lunes, 2 de diciembre de 2013

Breve análisis de los incesantes femicidios

*Actis, María Florencia
La semana comienza con un nuevo femicidio. Esta vez, le tocó a una adolescente santafesina de 14 años. Su cuerpo - semidesnudo, violado y calcinado-, fue hallado en un campo de la localidad de Theobald, a 57 kmts de Rosario.
Al  doble femicidio de San Martín, en que un hombre de 49 años asesinó a su pareja y a la hija de ella, conocido en las últimas semanas, se le suma otro en que una mujer fue ahorcada por su ex el pasado lunes 25 de noviembre, luego de una calculada planificación y el impune anuncio de sus intenciones a través de las redes sociales.
El relato periodístico, puntualmente del diario Clarín, bajo el supuesto de objetividad, está narrado con la frivolidad de las pesquisas policiales. Las fuentes consultadas son, con exclusividad, las judiciales, reproduciendo las carátulas e interpretaciones propias de los funcionarios. Combinada a esta modalidad,  el abordaje presenta un eventual lenguaje sensiblero, “una carta manchada con sangre de Gioffre es una pieza clave”, “el hombre le propinó una feroz paliza a Analía”, “fue tras una fuerte discusión”.  
Al menos en la versión digital del medio, se observa una interrelación de los casos semanales  en un recuadro que se titula “Violencia de género”, y la inclusión del concepto de femicidio como titular de la nota de San Martín, aunque esta nomenclatura resulta aun exepcional. “Violencia de género” parece ser, y es, el denominador transversal y precursor de estos hechos; no obstante, queda claro que la violencia de género para el medio sólo es  alarmante cuando la mujer termina, como mínimo, hospitalizada. Asimismo, pareciera que la reproducción de fotografías, contenidos y titulos heretosexistas (“En los quirófanos, los cuerpos más pedidos”), que el medio incluye en secciones “de menor rango”, no se consideran manifestaciones de violencia de género. Los parámetros en que circunscriben el margen de agenciamiento de las mujeres – el hogar, la pareja, la maternidad, el cuidado de la imagen personal-, en correlación con otra serie de discursos sociales instituidos, constituyen los cimientos y justificativos que animan al varón a materializar la acción violenta.
Un ejemplo de esta concatenación entre discursos, prácticas y modalidades, fueron las repercusiones del conocido femicidio de Wanda Taddei. La reconstrucción mediática puso de relieve el componente emotivo dando lugar de relevancia a la versión del femicida, el músico Eduardo Vázquez. La tonalidad, las observaciones, las fuentes, las imágenes, las descripciones que han puesto en escena, posicionan el hecho en el seno de la opinión pública como un tema de interés general o particular, lo inscriben en una problemática social o en una situación aislada, delimitada en un tiempo. Quienes nos encargamos de llevar un registro más o menos sistematizado de los casos de violencia de género en los medios,  aseveramos que las características del accionar de Vázquez se han repetido en casos posteriores , extendiéndose la tendencia a “quemar mujeres”.  Sin ir más lejos, una mujer fue rociada con nafta y prendida fuego el pasado lunes 25 de noviembre en el barrio porteño de Bajo Flores,  sufriendo lesiones graves en el 30 por ciento de su cuerpo.
En síntesis, lo que se intenta patentizar es la responsabilidad de los agentes mediáticos, en tanto voces de incidencia pública, en la replicación de casos, y lógicas de funcionamiento de la violencia. El vínculo inter-personal de violencia es el último y más tangible eslabón de este círculo, y el femicidio su expresión más atroz, pero la conformación de condiciones para el ejercicio de relaciones violentas y desiguales entre los géneros, es alentada desde instituciones sociales, muchas veces, desde las mismas que dicen combatir su erradicación.  

*Observatorio de Medios, Comunicación y Género- Centro de Comunicación y Género.

martes, 26 de noviembre de 2013

Día de la no violencia de género

Por María Florencia Actis*

Desde hace 14 años, cada 25 de noviembre se lleva a cabo oficialmente el día de la no violencia contra las mujeres, luego de que la Asamblea General de Naciones Unidas así lo dispusiese, en conmemoración de los asesinatos perpetrados por la dictadura de Rafael Trujillo en perjuicio de las hermanas Patria, Minerva y Santa Teresa Mirabal, en 1960.

Porque las consignas se sitúan y actualizan conforme a las condiciones sociales  espaciotemporales, la lucha que sale a las calles hoy y congrega miles de mujeres en más de 80 países, se reconfigura como el día de la no violencia de género, nucleando no sólo las demandas de las mujeres, sino también las voces de otrxs sujtexs políticxs, brutal y cotidianamente violentadxs por el sistema patriarcal vigente.  

Como entiende y desarrolla Rita Segato en El Género en la Antropología y más allá de ella, “los géneros constituyen una emanación de posiciones en una estructura abstracta de relaciones fijada por la experiencia humana, acumulada en un tiempo muy largo, que se confunde con el tiempo filogenético de la especie; estructura que impone al mundo una ordenación jerárquica, y contiene la simiente de las relaciones de poder en la sociedad”. Las configuraciones de poder que funda dicha estructura, y los significados que adjudica a cada género, organiza la desigualdad, normaliza el ejercicio de la violencia. En este sentido, el 25 de noviembre se posiciona como una instancia fértil donde intersectar denuncias y transparentar realidades marcadas por la violencia institucional y policial, por la discriminación e indiferencia social, en distintos escenarios públicos y privados.

Una de las banderas que encabeza las manifestaciones en el marco del 25 de noviembre a lo largo del continente, es la que exige aborto legal, seguro y gratuito. En nuestro país, puntualmente es tematizada en diferentes espacios estratégicos de decisión e incidencia política por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Libre, Seguro y Gratuito. También conocida como “campaña verde”, esta iniciativa federal surgida en 2005, sintetiza una correlación de fuerzas y esfuerzos entre organizaciones feministas, en muchísimos aspectos disímiles, una apuesta a una alianza pluridiversa.

 La necesidad de visibilizar con carácter prioritario la clandestinidad del aborto y su impacto en esta fecha, está vinculada a la necesidad de abrir el juego, y abandonar la idea no menos equivocada que unidireccional, de que la violencia de género es la violencia física que ejerce un varón sobre una mujer en el contexto de una relación, o ex relación, sexo-afectiva. También es violencia de género cuando los gobiernos niegan, por acción u omisión, a través de las instituciones del Estado, derechos a las mujeres, soberanía sobre sus cuerpos, y se redimen responsabilidades políticas a la hora de velar por sus vidas. Esta modalidad de violencia instituida, constituye una deuda crucial de las democracias latinoamericanas.

 A tan sólo un día de que alrededor de 20 mil mujeres se reúnan en la localidad de San Juan en el XXVIII Encuentro Nacional de Mujeres, este 25 de noviembre encontró a las mujeres y a todxs aquellxs sujetxs movilizadxs contra de las violencias patriarcales en el espacio público nuevamente, con más ímpetu y formas organizativas de cara a sus reclamos, históricos y emergentes.


*Observatorio de Medios, Comunicación y Género, Centro de Comunicación y Género. 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sobre la elección de Miss Latinoamérica Trans

Por María Florencia Actis*

Esta noche, a las 21 hs, se llevará a cabo en el Teatro Bar de calle 43 entre 7 y 8, el concurso de belleza de trascendencia internacional Miss Latinoamérica Trans, promovida por la Asociación Civil OTrans La Plata, constituyendo la primer convocatoria a nivel local.

Como es de público conocimiento, el popular certamen y el título de Miss Universo, surge y perdura desde los años ’50, como la manifestación sublime de la belleza femenina, personificada en una mujer. Jactándose de evaluar la belleza integralmente, y no acotada al aspecto físico, este evento fue y continúa siendo altamente cuestionado, sobre todo por organizaciones y colectivos del feminismo, por reproducir cánones de belleza restrictivos, productores de estereotipos y de múltiples discriminaciones. Ante todo, atribuye el significado de lo bello exclusivamente a la mujer blanca portadora de una imagen esbelta. A partir de un acuerdo firmado entre la Miss Universe Organization y la Alianza contra la Difamación de Gays y Lesbianas de Estados Unidos, en 2012 se pusieron en discusión las bases del concurso donde se establecía que las aspirantes debían ser nacidas mujeres.

Más allá de la necesidad de relativizar la idea de mujer, comprenderla como categoría contingente y revisar los estatutos que configuran la “personalidad femenina”, también es importante repensar por qué la femeneidad y sus características constitutivas son patrimonio de la identidad “mujer”. El heterosexismo destina de manera privativa sensibilidad, afectuosidad, elegancia, sexappeal, prolijidad para las “nacidas” mujeres. El varón feminizado, las personas trans y las mujeres que reniegan de los mandatos, se definan lesbianas o no, son concebidxs como disidencias respecto del universal varón y mujer, relegadxs al estigma o la compasión de la sociedad.

Otro punto discutible está orientado a la reflexión que insta Néstor Perlongher en “La desaparición de la homosexualidad”, en donde describe el adormecimiento de la fiesta del apogeo que produjo la salida de la homosexualidad a la escena pública, y su posterior normalización. Analogando, vale leer la inserción, no sólo de los cuerpos trans sino de todos los cuerpos,  dentro de los estándares femeninos que proponen los concursos de belleza en clave de operaciones de violencia simbólica, y los costos políticos que conlleva.

Por otro lado, OTrans interpreta al concurso como un nuevo y estratégico escenario desde el cual disputar lugares de reconocimiento y equidad de derechos para la comunidad lgtb. “El certamen es la excusa para dar cuenta del sentido más político de las diferentes realidades que atraviesa la comunidad trans latinoamericana, sin eludir el carácter celebratorio por las conquistas logradas".


* Laboratorio de Comunicación y Género, FPyCS.

sábado, 12 de octubre de 2013

Debaten sobre el aborto en ADULP

Fuente: Área de Prensa, FPyCS

"El aborto legal, una deuda de la democracia" fue eje de la charla

En el marco del Día de lucha por la legalización del aborto en América Latina y el Caribe, conmemorado el pasado 28 de septiembre, se llevó a cabo en la sede de ADULP la charla debate “El aborto legal, una deuda de la democracia”.
En el encuentro disertaron la decana de la Facultad, Florencia Saintout, Carlos Rozanski, Juez Federal, Adela Segarra, diputada nacional y Estela Díaz secretaria de género de la CTA.
El inicio de la charla estuvo a cargo de Estela Díaz quien resaltó que el aborto era una práctica con la que se convive desde siempre “Lo que cambió es que ahora sí se habla. Quien decidió interrumpir un embarazo lo va a hacer aun a costa de su salud y su propia vida. Las mujeres somos ética y moralmente responsables de nuestras decisiones sexuales y reproductivas. Lo que pedimos es que haya leyes que acompañen estas decisiones” y agregó “Es un problema de salud pública. No tiene que haber desigualdad en el acceso a esta práctica”.

Florencia Saintout dijo que en relación al aborto, era necesario pensar cómo se había construido a lo largo de la historia el rol de la mujer y de la madre “La condición de madre es absolutamente histórica, sostenida y construida en siglos y siglos de dominación. Incluso vale recordar que el patriarcado precede al capitalismo, cómo no va a ser profunda esta construcción” y agregó “La mujer aparece sólo ligada a la posibilidad de la reproducción de este orden establecido por el patriarcado”.
“En este sentido se va tejiendo una cultura, un modo de entenderlo como un sentido común, como una verdad y aquel que intente correrse, que la ponga en cuestión, es aquel que lleva adelante el crimen de romper con la posibilidad de estar juntos. La prohibición del aborto tiene un efecto profundamente disciplinador. La prohibición del aborto tiene que ver con la legitimación de un orden patriarcal” afirmó.
En esta línea agregó  “Cuando defendemos la legalización del aborto no estamos hablando de una ley o de una práctica, estamos hablando del territorio de la igualdad frente a esto, de la igualdad a la hora de decidir. La igualdad para no morir. Sabemos que las que mueren en abortos clandestinos son las mujeres de los sectores populares”
Para finalizar refirió que cuando se habla del derecho al aborto se habla de libertad, una libertad que no está ligada al sentido liberal de la palabra, a la libertad individual a decidir sobre su propio cuerpo “No estamos hablando de ese tipo de libertad estamos hablando de libertad como libertad colectiva. De hacer un mundo más allá del existente”.
Por su parte Carlos Rozanski hizo mención a la hipocresía que hay con respecto a la despenalización del aborto y afirmó que era uno de los temas en donde mayor hipocresía social había. “Es una situación triste, es una situación de doble discurso permanente. El doble discurso es agraviante y hay ofensivo y sobre este tema es permanente el doble discurso. Las mujeres fueron siempre abusadas y maltratadas, a lo largo de la historia. La penalización del aborto es una forma más de maltrato y abuso” aseguró.
Y destacó: “Sabemos que muchas mujeres han podido hacerse abortos en lugares elegantes, sin correr ningún riesgo y otras tantas mueren. Se está en contra del aborto de los pobres, no del aborto en general”.
Para finalizar bregó porque no hubiese “ni una sola mujer más muerta por las creencias de otros”.
Del encuentro formaron parte organizaciones sociales, políticas, culturales y de derechos humanos.
Acerca de la Campaña para la legalización del aborto: tres ejes fundamentales en la defensa del cambio de legislación

*Por María Soledad Galván – Laboratorio de Comunicación y Género, FPyCS


Al referirse a la defensa del cambio de legislación en relación al derecho al aborto, la Secretaria de Género de la CTA, Estela Díaz, desarrolló las que entiende son las tres líneas argumentales sobre las que se sostiene el debate.
La primera de ellas, reconoce al aborto como un problema de salud pública, dado que Argentina no puede reducir los índices de mortalidad materna. En este sentido, comprende que la legalización de la interrupción voluntaria de embarazo favorecería, al permitir su resolución en el Sistema Público de Salud, la disminución de dicho índice, contrarrestando un tercio de esas muertes, que son las producidas por abortos.
En segundo lugar, se trata de un problema de justicia social. En tanto, son las mujeres pertenecientes a los sectores más populares y más alejados, las que no pueden realizarse un aborto en condiciones seguras por no tener acceso a la información pertinente. De esta manera, se trata también de asegurar la inclusión y la igualdad en el acceso a la Salud Pública.
En tercer lugar, es sobre el derecho de las mujeres a decidir, de su autonomía y del ejercicio de una ciudadanía plena, que es uno de los aspectos que mayores resistencias presenta a la hora de los debates, al poner en tela de juicio la continuidad del orden patriarcal presente.
Por último, Díaz, hizo referencia a otro argumento: la defensa de la vida, como otro nudo central de la discusión. Aseguró que quienes defienden el aborto legal, seguro y gratuito, y piensan el paradigma de los derechos sexuales y reproductivos como parte de los derechos humanos integrales de todas las personas, son también los que más defienden la vida. Sobre esto dijo “con la ilegalidad del aborto, no sólo no se evitan las muertes en ocasión de aborto, sino que además que la propia ilegalidad no permite operar sobre las causales que llevaron a una gestación no deseada” y agregó “O sea que la reducción de su práctica va acompañando lo que para nosotros en la campaña es un lema integral, que es “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.

jueves, 10 de octubre de 2013

La Facultad se suma a los Foros de Trata

*María Florencia Actis – Laboratorio de Comunicación y Género, FPyCS.

La Facultad de Periodismo y Comunicación Social, está participando activamente a través del Laboratorio de Comunicación y Género, de una iniciativa organizada por la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, los Foros Contra la Trata de Personas “Nuestra voz contra la trata”. El pasado jueves 3 de octubre, se dio comienzo a este espacio en la ciudad de Olavarría, contando con la presencia de numerosos espacios y organismos del Estado nacional y provincial, y de instituciones vinculadas a la temática. 
El Laboratorio de Comunicación y Género formó parte de uno de los paneles llamado “El Rol de los Medios de Comunicación para la Prevención y Lucha contra la Trata de Personas”. En esta línea se abordó, entre otras cuestiones, la esquizofrenia de los medios, y el abismo existente entre el discurso correcto deslegitimante del delito de trata y la reproducción de imágenes e imaginarios donde el cuerpo femenino/feminizado se presenta como objeto de deseo sexual masculino, y la continua promoción a prácticas prostibularias, de consumo simbólico de esos cuerpos.  
A lo largo de la jornada, se arribaron a conclusiones, concepciones y acuerdos en relación a la significación y alcance de esta problemática. Carlos Garmendia, de la Fundación María de los Ángeles, afirmó en el marco del panel de Políticas Públicas para la Protección y Garantía de derechos de las víctimas que: “la trata de personas es parte del problema de la prostitución; el problema global es la explotación, el prostíbulo, y para cerrar el prostíbulo es necesaria una legislación provincial”. Para finalizar agregó, “hemos iniciado un camino de lucha clara contra la trata, ahora es importante que lo profundicemos”.
Por su parte, Romina Diurno, del Programa Nacional de Protección de Víctimas de Trata, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, aclaró en cuanto a la polémica figura jurídica de consentimiento: “Ninguna de las victimas promueve el libre ejercicio, no conocí ninguna mujer que haya tenido ‘libre elección’ y si lo es, está bastante condicionada; para nosotros, los clientes prostituyentes son el eslabón más importante de esta cadena”.
El delito de la trata de personas con fines de explotación sexual constituye un eminente flagelo social, posible a partir de una cadena de complicidades de agentes y sectores de poder, tanto públicos como privados, y de prácticas masculinas fuertemente arraigadas a la cultura que proponen consumir prostitución desde temprana edad. No obstante, determinadas acciones legales y de gestión gubernamental a nivel nacional han promovido cambios en cuanto a la actuación del Estado frente a estos casos, pero también cambios en la opinión pública a partir de una mayor visibilización e información sobre esta particular modalidad de violación a los derechos humanos. Entre las medidas más destacadas, vale mencionar la llamada “ley de trata”, 26.364, de alcance nacional, la creación de la Oficina de Rescate y Acompañamiento a las Personas Víctimas del Delito de Trata, la Ley Nacional de la Declaración Testimonial y el Cuidado de las Víctimas,  el Seguro de Capacitación y Empelo para las víctimas, e inclusive, el decreto que firmó el poder ejecutivo (núm. 936/2011) que prohíbe la publicación de avisos de comercio sexual, etc.

La facultad será nuevamente partícipe de los próximos Foros, previstos en diferentes distritos, con el objetivo central de seguir generando espacios de encuentro y entrecruzamiento de experiencias, pero también de debates, consensos útiles y aportes de y para la sociedad civil en torno a la situación de las mujeres en estado de prostitución y trata. A nuestro entender, constituye un compromiso necesario al momento de concebir la función de la universidad pública, en fluida consolidación de lazos institucionales para la incidencia en realidades complejas.  

jueves, 26 de septiembre de 2013

El aborto clandestino también es violencia de género


Día Latinoamericano por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.

*Por María Florencia Actis- Laboratorio de Comunicación y Género (FPyCS)


Cuando las mujeres reclamamos cumplimiento de nuestros derechos a una vida digna, no sólo aludimos a relaciones de pareja sin malos tratos, físicos y verbales, lo que comúnmente se nomina violencia de género. La dignidad también está dada por la libertad de expresión y agenciamiento de nuestros proyectos, basados en el deseo y no en el mandato. El derecho al aborto libre, seguro y gratuito, constituye un punto nodal desde el cual repensar la condición de sujeto de las mujeres, ya que la maternidad ha sido el punto nodal de sujeción social y sexual.
El 28 de septiembre es el Día Latinoamericano por el Aborto Libre, Seguro y Gratuito, y una vez más, activistas de todos los países del continente salen a la calle a recordar el carácter fáctico del aborto, y en consecuencia, la necesidad de visibilizarlo y legalizarlo para evitar muertes de mujeres, centralmente de sectores de bajos recursos.  Se estima alrededor de 3.000 muertes  por abortos clandestinos desde el retorno de la democracia en Argentina, y una cifra que oscila las 460 mil y 600 mil de mujeres que recurren cada año esta práctica, sólo en condiciones de insalubridad y desprotección.
Dejando de lado los debates filosóficos y las falsas dicotomías que, influyentes sectores religiosos orientan interesadamente la problemática social del aborto hacia la pregunta existencial del comienzo de la vida,  las estadísticas patentizan que se trata de una realidad empírica, y que en situaciones de inseguridad pone en riesgo la vida miles de mujeres.
Cabe destacar que de acuerdo al testimonio de mujeres con experiencia en abortos quirúrgicos, y también de médicxs que se han animado a despejar tabúes y asumir una posición favorable a la legalización del aborto (contraria a la mirada hegemóncia de la comunidad médica), interrumpir el embarazo es una operación simple, sin margen de peligrosidad sobre la vida de la madre, en tanto y en cuanto se lleve a cabo en un hospital, con el equipamiento y la atención profesional requerida por cualquier procedimiento quirúrgico. Ya lo advirtió Simone de Beauvoir en el año 1949, cuando escribió el emblemático libro El Segundo Sexo. “Se pretende que es una intervención peligrosa, pero los médicos honestos reconocen que el aborto practicado por la mano de un verdadero médico, en una clínica y con las medidas preventivas necesarias, no comporta los graves riesgos que cuya existencia afirma el Código Penal. Por el contrario, bajo su forma actual es como hace correr grandes riesgos a la salud de la mujer”.
Lo que es indiscutible es el grado de controversia que encierra este tema, y la producción que habilita de un enorme caudal de mitos y preguntas, cuando la experiencia de abortos en mujeres de sectores medios y altos, demuestra que la ficción supera la realidad. Las distintas voces opositoras que vertebran su discurso con el argumento en defensa de la vida del niñx por nacer, suelen ser los mismos actorxs cuestionadorxs de medidas de asistencia pública orientadas a mejorar la calidad de vida de la niñez, como la Asignación Universal por hijx, y criminalizan a lxs niñxs y jóvenes que por falta de oportunidades, inciden en  prácticas delictivas. Por su parte, lxs médicxs que dicen defender la vida, coincidentemente, suelen defender un provechoso negocio, que reditúa por aborto entre dos mil y cinco mil pesos.
El tema está instalado en el debate público y es prioritario en las agendas de las organizaciones feministas, nacionales e internacionales, pero no todavía de los distintos gobiernos latinoamericanos. Esperemos que prontamente, deje de ser una lucha border de exclusividad feminista, y logre interpelar a todas las instituciones sociales, ‘privadas’ y públicas.



lunes, 2 de septiembre de 2013

La Red de Observatorios lanzará su libro digital

Esta tarde se desarrolló la quinta reunión de la Red de Observatorios en el edificio Miguel Brú,  de la que formaron parte el Observatorio de Medios, Comunicación y Género  perteneciente al Laboratorio de Comunicación y Género de la facultad, el Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la Pcia. De Buenos Aires, el AFSCA y la organización ELA. El encuentro tuvo el objetivo central de avanzar en la coordinación de una publicación colectiva que sistematice y reflexione en torno al trabajo de observación, relevamiento, producción e investigación que lleva a cabo cada uno de los espacios convocados, que dé cuenta de las metodologías empleadas y delinee resultados.

El lanzamiento inicial del libro, en su versión digital, será anunciado en el mes de noviembre, y la publicación impresa, se prevé para el mes de marzo de 2014.

La Red de Observatorios en Comunicación y Género fue creada formal y efectivamente en el seno del  “III Congreso internacional de comunicación, géneros y sexualidades”. Debates actuales en torno a la política, la teoría y la acción”, que tuvo  lugar el 15 de junio en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social. La inquietud surgió de la necesidad de hacer sinergia entre todos y todas los/as actores/as ligados a la práctica de observación de medios configurando un espacio de intercambios de experiencias y saberes, e ineludiblemente,  potenciando los abordajes particulares.


“Una antropóloga feminista acostumbrada a hacer estudios imprácticos, minuciosos e inconvenientes”


Así fue presentada la Doctora Rita Segato, en la disertación  que se llevó a cabo esta tarde en el aula 12 del edificio Presidente Néstor Kirchner, titulada “Género y Derechos Humanos, una articulación indispensable para profundizar la transformación social de nuestros pueblos”. La conferencia fue organizada por la Secretaría de Investigaciones Científicas y Posgrado, en el marco de la presentación inaugural y pública de la Especialización en Género y Comunicación, que comenzará a dictarse el próximo viernes 30 agosto.
Autora de numerosos artículos y libros como “Violencia y género en la sociedad patriarcal. Las estructuras elementales de la violencia: ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos”, vitales para decodificar el fenómeno, cada vez más instaurado en las agendas públicas y mediáticas, de la violencia de género, Rita Segato será parte del staff permanente como seminarista de la Especialización el segundo cuatrimestre. 

La antropóloga explicó, “el género es un tema de resto, englobado, engullido por lo universal; por ello, a medida que la modernidad avanza, el género deviene un resto mayor, deviene residuo dentro de la esfera pública, a pesar de los avances normativos”.

Entre las principales líneas temáticas planteadas, se abordó la necesidad de tematizar el género como problema comunicacional y epistemológico. “Esta especialización es una puesta innovadora de la facultad, y digo innovadora porque no está entre las prioridades de la universidad”, fueron algunas de las palabras iniciales de la Directora de la Especialización en Comunicación y Género y profesora de la Facultad, Flavia Delmas. Por su parte, María Florencia Cremona, Doctora en Comunicación Social, Secretaria Académica de la Especialización y Directora del Laboratorio de Comunicación y Género, sumó a la conferencia, “la especialización no es muestra de una disciplinarización el género, sino todo lo contrario, se trata de una apuesta clara a la transdisciplina, de sacar al género de su lugar de trinchera, de gueto”.


Recordamos que la Especialización en Comunicación y Género, es una carrera de posgrado que se propone profundizar la formación académica sistemática de los y las profesionales que intervienen en el campo de la comunicación y el género, a partir del análisis y producción de relatos que deconstruyan discursos sexistas, construyan discursos no sexistas y creativos, ya sea a través de prácticas periodísticas, de planificación comunicacional y/o elaboración de contenidos educativos. Es decir, comprende no sólo la adquisición de herramientas teóricas e históricas acerca de las estructuras del patriarcado, sino también su articulación con instancias operacionales, con el desarrollo de distintas experiencias y estrategias comunicacionales, poniendo a dialogar estas áreas temáticas, específicas y enraizadas. 

lunes, 15 de julio de 2013

NOTICIAS DEL NOA EN CLAVE DE GÉNEROS

una buena y una mala


*Por Laboratorio de Comunicación y Género

En esta nota, vamos a recuperar dos noticias provenientes de provincias del noroeste de nuestro país, que dan cuenta de un mapa complejo y a veces contradictorio en materia de géneros y políticas públicas.
En primer lugar, la buena. En el Concejo Deliberante de la ciudad de Salta, se le puso freno en el día de ayer, a un proyecto para declarar como “pro vida” a la ciudad, además de una serie de medidas violatorias de los Derechos Humanos de las mujeres. La iniciativa había sido impulsada por legisladores del Peronismo Disidente de Juan Carlos Romero y fue rechazada por amplia mayoría. Incluía, entre las propuestas, la prohibición del uso y distribución de la “pastilla del día después” en las dependencias de la ciudad, sumado a la suspensión de los protocolos de atención por los abortos no punibles. Este proyecto, festejado por los sectores más fundamentalistas de la iglesia Católica en salta, apuntaba directamente a socavar los logros y conquistas de la lucha del movimiento de mujeres en el país.
Nuevamente, aparece el eufemismo de “Pro vida” para aludir a aquellas posiciones que en realidad atentan contra la vida  y la decisión de las mujeres. Una prueba de esto, es que el proyecto incluía como iniciativa, una asignación para las mujeres que continúen con su embarazo producto de violación. Esta propuesta pone de manifiesto una visión del cuerpo femenino como recipiente, y a las mujeres como objetos, y no sujetas capaces de decidir sobre su sexualidad y su futuro.
La otra noticia desde el NOA, es mala. Alberto, el padre de Paulina Lebbos, aquella joven tucumana de 24 años, estudiante de Comunicación Social, asesinada en febrero de 2006 fue agredido por la policía provincial cuando realizaba un reclamo de justicia frente a la Casa Histórica de Tucumán. Paulina fue violada y asesinada en un confuso episodio donde fue denunciada la alteración de pruebas por parte de la policía y la connivencia con el poder político provincial encabezado por Alperovich.
Según la agencia Red Eco Alternativo, Alberto había denunciado días antes de este ataque, que el asesinato de Paulina habría sido perpetrado por "los hijos del poder", mencionando como uno de los involucrados a Gabriel Alperovich, hijo del gobernador. Posteriormente, el 9 de julio, encabezó una movilización para hacerle llegar a la presidenta Cristina Fernández su reclamo de justicia, en el marco de los actos por el aniversario de la Declaración de la Independencia. Fue en este marco que la policía provincial impidió su llegada a la Casa Histórica.
El femicidio de Paulina y el encubrimiento posterior del poder político, da cuenta del arraigo del machismo en las instituciones. También de una impunidad criminal que deja a las mujeres indefensas ante la violencia sexista culturalmente instalada.
Los dos hechos recientes que citamos aquí, dan cuenta de un camino con marchas y contramarchas, de las correlaciones de fuerzas, pero sobre todo de los logros y dificultades que enfrenta la lucha de las mujeres por una sociedad igualitaria donde todas seamos libres.


martes, 2 de julio de 2013

Laura Bonaparte

Si cerramos los ojos, hay una imagen que domina la escena «humana» de las dictaduras: las Madres de Plaza de Mayo y otras mujeres, Familiares, Abuelas, Viudas,
Comadres de detenidos-desaparecidos o de presos políticos, reclamando y buscando a sus  hijos (en la imagen, casi siempre varones), a sus maridos o compañeros, a sus nietos. Del otro lado, los militares, desplegando de lleno su masculinidad. Hay una segunda imagen que aparece, específicamente para el caso argentino: prisioneras mujeres jóvenes embarazadas, pariendo en condiciones de detención clandestina, para luego desaparecer.
La imagen se acompaña con la incógnita sobre el paradero de los chicos secuestrados, robados y/o entregados, a quienes luego se les dará identidades falsas. De nuevo, del otro lado están los machos militares.

El género en las memorias

Elizabeth Jelin


La resistencia es una mujer con un pañuelo blanco


*Por Juliana Díaz Lozano, Laboratorio de Género y Comunicación



El pasado domingo falleció Laura Bonaparte, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Era entrerriana, tenía 88 años y se definía como feminista. Fue una de las primeras personas en denunciar a las FF.AA. y, en su condición de comandante en Jefe, a la ex presidente Isabel Martínez de Perón, bajo cuyo Gobierno, su hija Aída Leonora, fue asesinada. Meses más tarde, ya luego del golpe del 24 de marzo de 1976, desapareció el padre de sus hijos/as, el bioquímico Santiago Bruschtein, su otra hija Irene Mónica y su marido, Mario Ginzberg. El último fue el menor de sus hijos, Víctor, con su compañera, Jacinta Levi, sacados de su vivienda el 19 de mayo de 1977. En total siete familiares de Laura permanecen desaparecidos/as desde la última dictadura.
A partir de estos sucesos, definió exiliarse en México donde participó de comités de solidaridad y denuncia por lo que sucedía en Argentina e impulsó una campaña internacional para que la desaparición forzada de personas fuera considerada delito de lesa humanidad. Fue observadora de Amnistía Internacional en Guatemala y El Salvador. Además viajó a El Líbano para denunciar las masacres perpetradas por el ejército israelí y a Bosnia en solidaridad con las mujeres musulmanas víctimas de la limpieza étnica realizada por serbios y croatas.
Laura, como otras Madres, simboliza el rol de las mujeres en la resistencia contra la dictadura en Argentina y en Latinoamérica, la conciencia y la lucha que, partiendo muchas veces de lugares tradicionales (madres, hijas, esposas, hermanas), los trascienden, ampliando, desbordando estas definiciones hegemónicamente ligadas a la pasividad y al cuidado.
Algunos apuntes sobre su historia, nos muestran a una joven de 13 años alfabetizando a mujeres detenidas en la prisión de Paraná. O más tarde, ya recibida de psicóloga, la vemos conformando un espacio de asistencia en salud mental a mujeres de clases populares que se atendían en el Hospital Evita de Lanús. En la década de los ´70 fue integrante de las Fuerzas Armadas Peronistas. En su exilio en México participó de grupos feministas y de coaliciones por el derecho al aborto. Ya de regreso en Argentina, participó de diversas organizaciones, entre ellas un grupo de estudio feminista que organizaba la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer (ATEM). Esta actividad la compartía con su militancia en las Madres y dentro del movimiento social. Esta temprana conciencia feminista, que hacía ver las desigualdades de géneros relacionadas con las sociales en una lucha integral, vuelve a la figura de Laura más entrañable, y hace patente que fueron estas mujeres las que marcaron el camino de nuestros pasos y nuestras disputas de hoy. Le atribuyen la frase: “No somos madres míticas, solamente mujeres desesperadas que llegamos a la defensa de los derechos humanos por sufrir un dolor sin nombre”.
Así como Laura Bonaparte,  todas aquellas mujeres que tomaron la escena pública durante y luego de las dictaduras en el continente, rompieron poderosísimas fronteras: las del silencio y la represión militar, poder masculino por antonomasia; pero también los límites que la sociedad acordaba (y todavía acuerda) a las mujeres dentro de la domesticidad, del ámbito privado. Surgieron a las calles desde el dolor y la esperanza para que ahora podamos surgir nosotras, enarbolando un pañuelo blanco que es también denuncia y bandera.


Para leer sobre el tema:
.El género en las memorias, Elizabeth Jelin. En: Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Siglo Veintiuno editores, España 2001. Cap. 6. Disponible en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/JelinCap6.pdf
.Un recuerdo para marcha. Nota periodística en el portal marcha.org.ar, disponible en: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/96-ddhh/3849-un-recuerdo-para-laura


jueves, 27 de junio de 2013

Los estatutos mediáticos de verdad: el caso de Ángeles y el de Candela


*Actis, María Florencia - Observatorio de Medios, Comunicación y Género - Laboratorio de Comunicación y Género, FPyCS.
El femicidio de Ángeles generó una notoria conmoción e impacto mediático, no sólo por las características del crimen y el trágico desenlace, en un predio del Ceamse en José León Suárez; también por reavivar los pedidos de seguridad equivalentes a un mayor control policial y endurecimiento punitivo. Las crispaciones y reflexiones que genera este tipo de hechos, generalmente no están orientadas hacia la sensibilización y dimensión de la violencia de género, al grado de tolerancia y naturalización social que existe en torno a esta forma particular de violencia. Muy por el contrario, reconocen a la clase dirigente como única responsable del hecho, obnubilando la raíz de esta problemática histórica, sustentable en el tiempo por mecanismos de reproducción, también a pequeña escala.
La clase y el género
Las características de la cobertura mediática del caso de Ángeles, debe explicarse por la intersección de las condiciones de género y clase. Para los medios hegemónicos, a razón de los indicadores de clase –proveniente del barrio porteño de Palermo, de familia de nivel medio-alto, de padre ingeniero y militante del PRO- inmediatamente fue nombrada “la nena”, “la adolescente”. De hecho, más de un sitio web, ha destinado la totalidad de una nota a describir los progresos profesionales de Franklin Rawson, su padre. “Actualmente, ocupa el puesto de jefe de compras de Techint, pero su currículum es amplio. Trabajó para importantes empresas como la petrolera Shell,  Johnson Controls Automotive y Roche Pharmaceuticals, entre otras. Siempre ocupó puestos jerárquicos”. El status social y económico de  los/as Rawson, pareciera influir en la designación que se hace de la víctima, en los aspectos de su vida íntima que se revelan o se omiten, en las fotos que se muestran, básicamente, en la ética periodística.
Distinto fue el abordaje del caso Candela Rodríguez de ocho años, de Villa Tesei, que fue encontrada asesinada el 22 de agosto de 2011. Varias de las imágenes que se muestran de la víctima –chica de barrio, de familia humilde-, exhiben el perfil de una niña sexualizada. Las principales versiones que manejaron los peritos, fue la del ataque sexual por un lado que, por la publicación de fotografías “sugestivas” y referencias a un supuesto “encuentro” de la menor con el que resultó ser su secuestrador, dejan un margen de desconfianza respecto de Candela y relativizan su consentimiento. Las prácticas o intenciones sexuales no reproductivas en una niña constituyen  un objeto de pánico moral doblemente censurado: por desobedecer a los mandatos esperados no sólo por su género, sino también por su etapa madurativa. Otra de las conjeturas centrales fue la de un arreglo cuentas con el padre de Candela, resaltando la hipotética inmoralidad por parte del progenitor al estar involucrado en negociados turbios y con el mundo delictivo, haciéndolo indirectamente responsable del crimen de su hija. En este caso, la desconfianza aparece por el componente de clase, que no sólo se reduce al nivel de ingresos, sino también al acceso a determinados bienes culturales, a la incidencia en ciertas prácticas y circuitos.
En líneas generales, el caso de Ángeles resulta una oportunidad para tematizar la retórica de la inseguridad, identificando la familia damnificada como la prototípica de buenos/as ciudadanos/as; mientras el caso Candela, puso en duda la moralidad de su familia, otorgándole vinculaciones con el crimen organizado,  ratificando operaciones de estigmatización social de la pobreza.
En una editorial del diario La Nación del día 13 de junio, a propósito del femicidio de “la niña”, se reflexionó en torno a la destrucción del entramado social que está produciendo el garantismo penal, proponiendo el endurecimiento de las penas y la privación de los derechos humanos para los/as delincuentes. En el análisis de las condiciones materiales de inseguridad que favorecieron a la concreción del asesinato, reconoció las siguientes falencias estructurales materiales y decisivas: “Las cámaras de seguridad sirven como prueba, pero no han evitado que se cometan los más variados atropellos (…) el desempeño policial es posterior a los acontecimientos (…) falta prevención, trabajo conjunto entre los distritos y las distintas fuerzas de seguridad.”
Vale repensar las cadenas simbólicas que construyen el significante seguridad en esta clase de discursos, de dónde provienen y en qué derivan, qué niegan. El estado de inseguridad en que transcurren su día a día las mujeres -agresiones abiertas tanto verbales, físicas psicológicas y sexuales- en el espacio público y el privado, es englobado e indisociado junto con robos simples o calificados, ya sean salideras bancarias, asaltos comerciales, incautación de estupefacientes; desfigurando las problemáticas particulares que encierra la violencia de género.  Más allá de “la tasa anual de femicidios”, sus formas de ejecución, la concepción masculina sobre el valor de la vida de las mujeres y el derecho “natural” de apropiación de su sexualidad y sus cuerpos que se adjudica, resultan factores comunes. Violencias simbólicas que son posibles y estables por  la sujeción, identificación y apropiación de prácticas sociales y patrones de conducta, propuestos por la sociedad patriarcal, tanto para varones como para mujeres. Estos procesos “identitarios” se asientan por reiteración desde la infancia y a lo largo del tiempo, pero nunca son absolutos, completos, ni existen de una vez y para siempre. Contrariamente, en cada nueva situación en que la llamada performance de  género se reactualiza, emerge paralelamente nuevas posibilidades fuga, de quiebre y amenaza de su continuidad. (Butler, Laclau, 1999). Esta perspectiva política de análisis de los fenómenos sociales –abierta, contingente y provisoria- es realista, en el sentido que reconoce el alcance y la eficacia de la subjetividad machista en  las relaciones interpersonales, pero optimista porque desconfía de la aparente rigidez  y fatalidad de las estructuras vigentes; porque, en definitiva, admite y apuesta a la transformación de los sujetos  y las sociedades.




Butler Judith y Laclau Ernesto (1999), “Los usos de la igualdad”, Debate Feminista, año 10, volumen 19, abril, México D.F.

jueves, 13 de junio de 2013

MUJERES SUPRIMIDAS

v     Carina Elizabeth Aranda, Lic. en Comunicación Social.  Integrante Observatorio de Medios con Perspectiva de Género de la FPyCS, UNLP

Y el final fue el de una mujer mas en la larga lista de cuerpos violentados y suprimidos que día a día suma nuevas victimas. El caso de Ángeles Rawson tubo el final de otras chicas que antes han desaparecido y que fueron encontradas muertas.
El único medio que contextualiza esta situación con otros casos de similares características es el Diario La Nación, que en su edición digital expone una nota con los casos que ocurrieron del 2010: Candela Rodriguez, Soledad Bragna, Houria Noumi y Cassandre Bouvier, Leyla Bshier Nazar y Patricia Villalba, Lucila Yaconis, María Fabiana Gandaiaga…. en donde además muestra fotos y una regla cronológica de los casos. Si bien no hace un análisis critico del tema, tampoco lo toma como un caso de inseguridad como si aparece en otros medios.
En este medio la voz que se toma es la del papá y de la mamá de Ángeles con las primeras declaraciones después de conocido el hecho. En el medio se reproducen fotos de la adolescente en las cuales se la muestra con imagen de “niña buena”  y angelical por lo cual la implicancia del hecho requiere otro tenor. Ya no se trata de una adolescente posando para la cámara de forma sexuada, como paso con el caso Candela, sino de una niña bien a quien se le cruzo alguien en el camino que “troncho” su vida y la de su familia.
En realidad con esto lo que se oculta es que otra vez un cuerpo de mujer es violentado a través de practicas patriarcales, que utilizan el cuerpo objeto de como medio de subordinación. Estos cuerpos les pertenecen y creen poder hacer con ellos lo que se les venga en ganas. En este caso el cuerpo apareció en el previo de la CEAMSE, que es el lugar donde los desechos de la sociedad son enterrados. Además de tener una bolsa de residuo puesta en la cabeza, con lo que se puede leer que este cuerpo y cualquier cuerpo de mujer es un objeto que se puede descartar fácilmente.
En el diario Perfil que aparecieron como un caso de inseguridad que le puede ocurrir a cualquiera. Sin la minima mirada crítica sobre lo que hay detrás de esta practica. No se menciona que ya varias chicas han pasado por esta situación y el final a sido el mismo. 
En el caso del diario Clarín, aparece también en tapa y catalogado en la sección policial. Da un detalle cronológico de los hechos y mencionan cuales van a ser los pasos a seguir con respecto al velorio y al entierro de la chica. Las notas están acompañadas con fotos de la adolescente asesinada y de las amigas que marcharon para que apareciera, también una del predio donde encontraron a Ángeles y otro de los carteles que se pegaron con la fotografía de la joven.
En el caso del diario El Día, la nota principal aparece en la tapa digital y tiene que ver con el resultado de la autopsia del caso. Además otra en la que los padres de la chica hacen declaraciones y otra en la repercusión que tuvo el caso en las redes sociales.
Las fotos que aparecen de la adolescente son las que se sacaron del perfil de la red social Facebook, en la cual se puede ver a la adolescente en poses de niña. En este medio salio publicada una nota con la repercusión del caso en las redes sociales, en donde fue hastach y en Factbook se crearon varias páginas para recordar y pedir justicia por la victima.
En la violencia contra la mujer, por lo general se invisibiliza la producción y reproducción de  condiciones de poder con intenciones del predominio de uno sobre el otro. La violencia física llega cuando una persona no puede lograr que otra haga lo que el quiere que haga y de esta forma el agresor niega o suprime la integridad, aunque en muchos casos logran que sus victimas se sometan a ellos pero igual para borrar las huellas de la agresión terminan con la vida de ellas. Habrá que ver en este caso como se deshilvana la historia.
La violencia contra las mujeres constituye un grave problema social consecuencia de la dominación de hace tiempos remotos que el hombre ejerce sobre la mujer y que tiene raíces sociales y culturales. Es una forma de perpetuar el papel de sumisión a la que la mujer fue relegada. La psicóloga Ana María Fernández sostiene que al estar en crisis los grandes relatos de la modernidad, y entre ellos el patriarcado como modelo de sostenimiento de los lazos sociales hace recrudecer las prácticas violentas.



Bibliografía:
Fernández, ana maría. La mujer de la ilusión. Buenos aires, Paidós. 1994Fernández, Ana María. Las lógicas sexuales: amor, política y violencias. Ediciones Nueva Visión. 2009 
Segato, Rita Laura: las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Universidad Nacional de Quilmes, 2003.


Enlaces:
La Nación, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Cronología: otros casos similares al de Ángeles Rawson
La Nación, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Habló el papá de Ángeles Rawson: "Hay que acordarnos de todo esto a la hora de votar"
Diario Perfil, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Confirman que Ángeles fue estrangulada y peritan ADN hallado en su cuerpo
Diario Perfil, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Morir porque sí
Diario El Día, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Autopsia confirma que a Ángeles la estrangularon
El Día, policial, 12 de junio de 2013, Titulo: Papá de Ángeles pidió "acordarnos de todo esto a la hora de votar"

Diario El Día, policial, 12 de junio de 2013, Titulo: Por el crimen de Ángeles hicieron un operativo en Ceamse de Colegiales
La Nación, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Facebook: abren varios perfiles para recordar a Ángeles



martes, 4 de junio de 2013

Cambios y continuidades en los roles de género familiares

Reseña del trabajo:

¿Qué hacer con los quehaceres? Las razones domésticas del cambio familiar
Agustina Cepeda y Cecilia Rustoyburu[1]




*Por Juliana Díaz Lozano, Laboratorio de Género y Comunicación. FPYCS-UNLP

 ¿De qué forma las transformaciones sociales generan cambios en el interior de las familias en los sectores populares? ¿Qué sucede con los roles de varones y mujeres, de distintas edades, en relación al espacio privado y el espacio público? ¿Cuáles son las estrategias que ponen en juego los distintos actores para encarar la supervivencia en el marco de sociedades reestructuradas por el neoliberalismo?

El presente artículo retoma el debate en relación a la articulación entre procesos macro y micro sociales, y específicamente, entre cambios económicos y sociales y la capacidad de lxs sujetos de reescribir sus biografías en función de estos cambios, e incluso, influir en ellos. Tomamos como base el trabajo citado de Cepeda y Rustoyburu, que abordó el análisis de los sectores populares en Mar del Plata a partir de encuestas y entrevistas en profundidad realizadas a varones y mujeres, haciendo hincapié en las representaciones sobre la familia y el reparto de los quehaceres domésticos.

En primer lugar, las investigadoras parten de una estrategia de indagación que plantea la necesidad de recuperar las experiencias de lxs sujetos, en contra de abordar la búsqueda de un imaginario social uniforme. Precisamente, este enfoque epistemolólgico, permite abordar las representaciones divergentes en relación a los géneros y entender a la familia y la cotidianeidad como un espacio de disputa y conflictos.  Se conjuga, entonces, el análisis estructural de la sociedad con el de las representaciones simbólicas e intersubjetivas de los sujetos y su accionar en los procesos de cambio social.

Para ampliar las visiones que sólo conciben el ámbito de la familia como un espacio de reproducción social, las autoras retoman a Elizabeth Jelin (1998) quien plantea que, junto a la distribución de roles de género (la división sexual del trabajo), la realización de actividades domésticas permite también la producción y el consumo de distintos bienes tanto materiales como simbólicos y afectivos. Este espacio “privado” puede ser también una arena de disputas genéricas y etarias. Entonces el enfoque analiza dos dimensiones: la forma en que los cambios sociales macro modifican la vida de las familias, por una parte, pero también de qué modo las biografías de los sujetos también pueden en el marco de la cotidianeidad, modificar costumbres, alterando los modelos impuestos.

Con la caída del “modelo familiar tradicional” (Scott, 1999), representante de la modernidad, se producen transformaciones importantes en la vida de las personas, producto de una sociedad que vio desarticulado el rol protector del Estado y el lugar simbólico del trabajo como principal dador de identidad masculina. Hay un proceso de individualización, un deterioro del sentido colectivo, y el mercado es ineficaz para distribuir los recursos. Esto es resultado, de las políticas neoliberales, que promovieron la concentración del ingreso en reducido sector de la población y un deterioro de las condiciones de estabilidad laboral que desplazan cada vez más personas a la exclusión.

Las familias, en estas nuevas sociedades en riesgo, tienen que desarrollarse en espacios contradictorios donde conviven aún valores y mandatos de la era moderna (varón proveedor, activo- mujer hacendosa, pasiva) y necesidades y prácticas nuevas, como el trabajo por fuera de la casa para las mujeres y los nuevos nucleamientos familiares generados en parte como mecanismos de supervivencia a las difíciles realidades económico-sociales. De todas formas, el hecho de que ciertos aspectos de la división sexual del trabajo son cuestionados por razones de subsistencia, no implica, según lo demuestra el análisis de campo, que las familias trabajadoras no sigan pensando las responsabilidades domésticas en función del género.

Para este análisis sobre la familia, sirve la noción de campo de Bourdieu (1997), entendiéndolo como espacio donde se producen relaciones de poder vinculadas con la composición diferencias del capital económico, social, cultural y simbólico de cada integrante familiar y determinan diferentes posiciones, que hablan de la posibilidad de la reproducción y de los cambios al interior del mismo.

En este marco de paso de la sociedad de las seguridades a la de los riesgos, los lazos familiares no desaparecen como forma de organización social: sino que cambian sus formas. Esto se debe, en parte, a que el espacio de las prácticas cotidianas tiene un margen de autonomía y creatividad que muchas veces es desvalorizado socialmente.

Algunas de las conclusiones de la investigación, tienen que ver con la distribución de las tareas dentro del hogar, donde aparece cierta diversificación de lxs ejecutantes. Es decir, la ejecución de las actividades del hogar (cocinar, lavar, planchar, limpiar, hacer las compras) se hace paulatinamente más equitativa, pero no así su planificación. Esto implica que la responsabilidad sobre la realización de las tareas sigue siendo patrimonio exclusivo femenino, y además interviene la dimensión etaria, ya que la máxima responsable de las tareas es la esposa del jefe de hogar o la mujer mayor en la casa.

Esto se explica a partir de una ideología familiarista, donde las mujeres ocupan un espacio marginal en el mundo público, y en el caso de las mujeres mayores, su relación con lo público se ve mediatizado generalmente por una figura masculina. Aquí se destaca el enorme peso de las tradiciones, ya que aún en los casos donde los integrantes (o al menos algunos) de las familias reconocen lo arbitrario de la división de tareas, resulta muy difícil alterar en la práctica los roles establecidos. En algunas familias los nuevos roles femeninos no implican el abandono por parte de las mujeres de las tareas al interior del hogar. Catalina Wainerman (2002) hablará de revolución estancada, que plantea que la mayor participación lograda por las mujeres en lo público, no siempre tiene un correlato en el privado.

Plantean las autoras que en la actualidad hay una convivencia de modelos, porque si bien el trabajo doméstico y las tareas reproductivas son necesarias, las formas en que se satisfacen estas necesidades tienen que ver con las prácticas de lxs propixs sujetos. En algunos casos, la nueva realidad trae aparejada crisis dentro de las familias, resistencias protagonizadas por las mujeres, rupturas o quiebres familiares.

En otros casos, aparecen percepciones alternativas que aceptan más fácilmente el cambio, y familias que reconfiguran sus dinámicas (y representaciones de los miembros) sin conflictos radicales. Incluso, pueden ser los varones quienes cuestionen roles y representaciones genéricas. Por ejemplo, desde la década de los ´60, se puso en debate la idea de la paternidad responsable, otra de los nuevos significados que ingresan a cuestionar el rol masculino (y femenino) tradicional.

Resulta valioso pensar la posibilidad de construir nuevas formas de domesticidad que disputen la segregación y jerarquización, problematizando los ordenadores sociales que hasta ahora reglamentaron la vida familiar, pensando entonces, la posibilidad de familias distintas, diversas, cuestionadoras de las opresiones genéricas.




[1] En Entre santos, cumbias y piquetes. Las culturas populares en la Argentina reciente. Daniel Míguez y Pablo Semán editores. Editorial Biblios.

viernes, 17 de mayo de 2013

La omisión también es ideológica


*María Florencia Actis

“Se enojó con su mujer y estrelló a su bebe de un año contra el suelo”,  así tituló Clarín la noticia sobre un claro episodio de violencia de género que tuvo lugar en un hospital de Shanghái, China. A pesar de la corta extensión de la nota, algunos elementos son indicativos de una relación de pareja mediada por el “permiso” de dominio de uno sobre la otra. Un hombre golpea a su mujer hasta dejarla internada, con heridas graves en el abdomen. A los días, Chen, el agresor, se comunica con ella para ir a visitarla y al enterarse que ya había sido dada de alta sin su anoticiamiento, arroja fuertemente al bebé que tenía en brazos, hijo en común con la víctima, al punto de provocarle una comprometida lesión craneal.

El escenario es dramático, no sólo por la transcendencia física de la violencia que puso en riesgo la vida de un bebé de un año y complicó la integridad corporal de la joven, sino  también por la insignificancia existencial de la mujer y la anulación de todo derecho humano ante los ojos del hombre. La persecución y control que ejerce impunemente sobre el destino de su novia no fueron aspectos visibles, y menos aun problematizados, en la cobertura del caso; el foco estuvo puesto en el ataque contra el bebé. La retórica de la emoción violenta queda sellada en el título (“Se enojó con su mujer..”), y reforzada en varias expresiones en el cuerpo de la nota, por ejemplo al explicar la internación de la mujer  como producto de una discusión de pareja, en la que el susodicho Chen, le habría provocado heridas abdominales. Asimismo, al retratar el incidente con el bebé como producto de un “ataque de ira”.

El concepto penal de “estado de emoción violenta” remite a un fuerte estallido de origen afectivo. Esta figura despierta polémica por explicar –y justificar-  situaciones de violencia, en muchos casos culminantes con la muerte, desarraigándolas de su naturaleza y entorno social y cultural, de la compleja trama de relaciones, realidades, sentidos y poder  en que se concretiza el accionar violento. Privilegiar el factor psíquico y emocional implica menospreciar otros debates que permiten acceder a la comprensión global y a la raíz del problema de la violencia de género y los femicidios a escala mundial.

Como plantea Cornelius Castoriadis, el imaginario social instituyente produce activamente mitos –piezas fundamentales del rompecabezas social-, que regulan, organizan, estipulan, y no sólo prohíben, en el obrar de los individuos. Las piezas de este imaginario producen y legalizan acciones, instituciones y discursos. Para encontrar el umbral de argumentaciones que racionalizan la violencia “física” de género, hay que buscar en el imaginario de cada sociedad, en la configuración de los roles de género, que siempre encierra violencia y desigualdad simbólica, política, semántica, reconociendo sus componentes territoriales, históricos, idiosincráticos particulares; y también reconociendo continuidades transfronterizas. 

En la era globalizada, de efectivas posibilidades técnicas, tecnológicas, informacionales y estéticas de diálogo entre generaciones y pueblos, ciertos patrones valorativos y conductuales se homogeneizan. En relación al género, también se mundializan imágenes y modelos de belleza consolidando emergentes imaginarios sociales globales. La violencia de género, dentro de la esfera interpersonal de una pareja, reproduce lógicas y esquemas similares a lo largo de los países occidentales, en la mayoría de ellos, la función social de la mujer oscila entre la maternidad compulsiva y la prestación de su cuerpo como objeto de consumo sexual.

Es importante destacar que los medios de comunicación resultan co-partícipes de estas violencias al reproducir, no desde la argumentación racional porque advierten protocolos vigentes, pero sí desde un lenguaje alusivo a las causas de la emoción violenta y una evidente desestimación de aristas propias de los hechos noticiables que, de incluirlas, sería de gran ayuda hacia la concepción  superadora de que la violencia de género y su erradicación es responsabilidad de todos/as.  La omisión mediática también es violencia.