miércoles, 19 de septiembre de 2012

Caso Candela : signado por un pacto de silencio e impunidad


*Actis, María Florencia, Observatorio de Comunicación y Género (FPyCS, UNLP)

                No es novedad que en la estructura de géneros, las mujeres son utilizadas como botín de guerra entre varones como código de venganza o deshonra sobre “el enemigo”, de dominación territorial, moral, psicológica y patrimonial.  Desde los primeros poblamientos americanos, pasando por la Conquista Europea, el espectro de conflictos bélicos, dictaduras y democracias actuales que conviven con “narcoguerras”, los cuerpos femeninos han sido violados, sometidos, torturados, traficados, mutilados, desaparecidos en pos de producir y reproducir masculinidad. Rita Segato define a ésta última como un status condicionado a su obtención – que debe ser reconfirmada con una cierta regularidad a lo largo de la vida - mediante un proceso de probación o conquista. El contenido de tal conquista es aleatorio y la mujer se iguala a otros medios inertes que operan acreditando la consumación de su poder y virilidad ante otros.  

                 Esta semana resurgió en las portadas de los medios la noticia sobre el caso Candela, la niña de once años asesinada en agosto del año pasado. Su reincidencia se produjo a partir de un informe que elevó la Comisión Especial del Senado para el seguimiento de la causa, guiada por el vicegobernador Gabriel Mariotto, al gobernador Daniel Scioli, solicitando que absuelva de sus cargos a la cúpula de la Bonaerense por complicidad en los hechos, apuntalando que se trató de un “narcocrimen” donde muchos de sus miembros jerárquicos se vieron involucrados.

                A más de un año del asesinato, no hay un solo detenido por la causa; sólo Leonardo Jara, quien fue tildado en su momento de “entregador” de la nena, y continúa en prisión por presunto tráfico de estupefacientes. Además, hace tiempo fueron anuladas todas las declaraciones indagatorias y cerrado el expediente. El estado de situación, de silencio e impunidad, pone de manifiesto la trama oscura de la Bonaerense, el narcotráfico y el poder político en que está anegado el hecho, emergente como una forma de exhibicionismo más del régimen patriarcal en el orden mafioso;  donde la víctima es un desecho del proceso, una pieza descartable[1].



[1] Rita Segato, SÉRIE ANTROPOLOGIA: TERRITORIO, SOBERANÍA Y CRÍMENES DE SEGUNDO ESTADO: LA ESCRITURA EN EL CUERPO DE LAS MUJERES ASESINADAS EN CIUDAD JUÀREZ. 







viernes, 14 de septiembre de 2012

Discusión emergente en el COMEDU: la tríada Género, Comunicación y Educación



            El pasado jueves 13 de septiembre, en el contexto del  I Congreso de Comunicación/Educación “Desafíos en tiempos de restitución de lo público”, se llevó a cabo en el aula 24 de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, el ateneo que interpelaba las nociones de Género/Comunicación/Educación en  el ámbito de las políticas públicas, las organizaciones sociales, la docencia  y la investigación social.
               Los/as panelistas invitados/as fueron Daniela Bruno, docente de la FPyCS-UBA e integrante de la Asociación Civil “Trama, Red de Comunicación contra la Violencia de Género”; Nancy Olivera, docente de la FPyCS y directora general de la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Políticas Educativas de la Municipalidad de La Matanza;  Andrés Burke Viale,   director de Programas Sanitarios e Investigación Epidemiológica dependiente de la Secretaria municipal de Salud; Florencia Cremona, docente de la FPyCS, directora del Laboratorio de Comunicación y Género y Eleonora Spinelli, docente de la FPyCS e integrante del Observatorio de Medios con Perspectiva de Género.
             En líneas generales, se plantearon los desafíos en el escenario actual para el campo de la Comunicación/Educación y para la Universidad, en tanto órgano que no “ve”  los cambios desde afuera, sino que es fracción activa y estratégica de ellos. Con carácter prioritario, se planteó la producción de conocimiento  proclive a la transformación social e interesado en calar el género dentro del discurso público. “Hay que sacar al género de su posición marginal, concebirlo como producción de relaciones de poder, como una dimensión política de la gestión de comunicación, y como un tema de incumbencia de todos y todas”, aseveró Florencia Cremona, quien entiende este último reduccionismo como la principal debilidad de las políticas públicas vigentes. Explicó, “hay un problema político muy grande en nuestro país en relación a quiénes se hacen cargo de las oficinas de género; en general, las esposas de los funcionarios, lo que deja en evidencia una suerte de  verdad genital que le indica a una mujer, solamente por ser mujer, cómo contener a otra”.
             Se identificaron prácticas que perpetran la violencia de género en el seno de las instituciones del Estado. Nancy Olivera destacó la importancia de poner en crisis los arquetipos culturales y opresivos de ser mujer y varón que se reproducen durante los procesos áulicos de enseñanza-aprendizaje en boca de los/as alumnos/as pero también de los/as docentes y Daniela Bruno, la urgencia de rediscutir los modos en que se construyen significados y relaciones de poder al interior de las organizaciones sociales. Andrés Burke Viale cerró la ronda de exposiciones alegando “en definitiva, lo que estamos discutiendo es la ampliación de derechos y la visibilidad de las distintas formas de violencia; a una mujer no sólo la matan a golpes sino también cuando la discriminan en la cola del hospital público porque llega con una hemorragia por aborto inseguro”.
               Al finalizar las disertaciones, se abrió el debate y surgieron preguntas en torno a las trampas de la figura penal del femicidio, a las determinaciones e imposiciones que también recaen sobre los varones dentro de la matriz patriarcal y en este sentido, según Cremona, “la relación con comunicación/educación radica en el inter-juego de interpelación y reconocimiento”, en el desafío de “moverse” por fuera de las interpelaciones hegemónicas en torno a la construcción de los géneros que encierra el relato del otro y de buscar las posibilidades de movimiento que habilita dicho relato.

sábado, 8 de septiembre de 2012

La salud de las mujeres se extendió al Congreso de las Madres



Mesa de debate sobre Género, Salud y Derechos Humanos


En el marco del XI Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos, que lleva como consigna “El Silencio no es Salud”, se llevó a cabo, en una de las carpas desplegadas sobre las inmediaciones de la Plaza San Martín, la mesa Debates y Perspectivas sobre la articulación Género, Salud y Derechos Humanos. La actividad estuvo a cargo del Observatorio de Medios con perspectiva de Género, perteneciente al Laboratorio de Comunicación y Género de la Facultad de Periodismo de la UNLP.
El espacio fue moderado por Flavia Delmas, integrante de la Red De Monitoreo de Políticas Públicas para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, y contó con la participación de Néstor Artimaño, docente de la Facultad de Trabajo Social y especialista en la temática de género; Estela Díaz, de la Secretaría Nacional de Género de CTA y fundadora de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Libre, Seguro y Gratuito; y Nilda Galina, psicóloga, médica y docente.
Las disertaciones abordaron distintas dimensiones, inquietudes y nudos problemáticos vinculados a la cuestión de género, a partir de las respectivas experiencias y campos de implicancia de los/as invitados/as. Nilda Galina abrió la discusión definiendo al género como “un hecho del lenguaje que ha exportado la sexología al terreno de las Ciencias Sociales”.
Historizó el origen y desenvolvimiento de la familia nuclear patriarcal y la canonización de roles sexuales. En este sentido, puso en diálogo las categorías de género y poder en la llamada “industria del cuerpo femenino”,  desandando los modos en que el mercado y la sociedad de consumo actual, reproducen imágenes estereotipadas y estereotipantes que fijan modos de subjetivación de “lo masculino” y “lo femenino”. 
Estela Díaz resaltó la importancia de la acción colectiva de los movimientos sociales en la conformación de una sociedad tendiente a la equiparación y concreción de derechos, y en particular la del movimiento de mujeres.
Mencionó la sanción de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva en el año 2003, sin embargo dejó en evidencia la falta de un Programa que establezca sus líneas de ejecución. Resumió mediante el atravesamiento exponencial entre los conceptos cuerpo/poder/política, de qué manera la capacidad de gestación de las mujeres se ha convertido en un instrumento de la dominación masculina: “La mujer puede dar vida o puede dar muerte; otorgarle ése poder de decisión es subversivo ya que altera el orden de las relaciones sociales existentes”.
Por su parte, Néstor Artiñano introdujo la necesidad de desmantelar el paradigma de “La Masculinidad”, y con ella, los mandatos que pesan sobre la población masculina dentro del sistema patriarcal. Diagnosticó un resquebrajamiento y un movimiento de pluralización y democratización hacia la concepción de “las masculinidades”. A través de estadísticas, reflejó las distintas presiones sociales y situaciones de riesgo a las que se ven expuestos los varones con el fin de reivindicar su condición ante otros varones: “al final, hay que revisar el término de sexo débil asociado a la mujer”, enfatizó.
En conclusión, se acordó dar disputa en el espacio de las políticas públicas para el cumplimiento de un estado pleno de derechos y soberanía para las mujeres, y de que ésta no sea una lucha encarnada exclusivamente por ellas.