martes, 17 de abril de 2012

El caso de Mariana Condorí: Culpable hasta que se demuestre lo contrario


                  El periodismo suele incurrir, a la hora de publicar noticias sobre violencia de género, en descripciones que poco reflejan la cotidianeidad de las mujeres violentadas. La inclusión de ciertas declaraciones, la selección de los elementos de titulación y el armado de la estructura de la nota, son decisiones que significan un compromiso civil y político del medio, connotan el hecho a través de representaciones sociales, refuerzan imaginarios, forman opiniones públicas.

                 La cobertura sobre el caso de Mariana Condorí es modelo de un seguimiento mediático con estas características.  

                Tenía veinte años cuando fue hallada estrangulada el pasado 14 de marzo. Vivía con su novio, Gabriel “el Chancho” Maldonado, y sufría maltratos en forma sistemática, e incluso delante de sus vecinos/as. Los resultados de la autopsia no evidenciaron signos concretos de violencia, y la jueza de garantías de La Plata, Marcela Garmendia, determinó liberar al agresor por falta de elementos probatorios. Diario Clarín, en su versión digital correspondiente al 17 de marzo de 2012, a tres días del hecho, tituló la noticia decretando un suicidio: “Se suicidó y acusan a su pareja de homicidio”.

                La precipitada carátula, no se adecúa al estado de la causa y los disensos judiciales. La interpretación del fiscal a cargo, Marcelo Romero, que propone juzgar a la pareja de Mariana como “autor mediato del homicidio”, entra en pugna con los dictámenes de  Garmendia. Lo cierto es que, hasta la fecha, no se iniciaron las pericias, y aun así, Clarín -entre otros medios-, se anticipa a las resoluciones de la Justicia y estipula un suicidio.  

                Los verbos “involucran”, “implican”, “comprometen”, pueden suplir –y suavizar- la expresión “acusan a su pareja” que sugiere una atribución de culpas inmerecida e infundada.

                Por otra parte, el entorno circular de violencia en el cual se inscribe la víctima, suele reconstruirse compensando testimonios de conocidos/as, familiares y amigos/as con relatos del propio agresor. La “objetividad profesional” de la cual se jactan muchos medios de comunicación, se procura demostrar con el recurso de la polifonía de actores sociales contrapuestos.

                Para acceder a publicaciones sobre femicidios, éstas se deben rastrear utilizando palabras clave –o etiquetas- relativas a “pareja”, “homicidio”, “violencia familiar” y siempre se encuadran historias privadas, que culminan en la judicialización de individuos particulares. La reclusión y el aislamiento de los hechos de violencia a los ámbitos de “intimidad” de la pareja, libran de responsabilidades a la cultura machista que atraviesa transversalmente los modos en que una pareja se relaciona y conforma su identidad, además de anular toda discusión e interpelación social. Hay una relación directa entre las categorías con que rotulan los medios de comunicación y los comentarios comunes, cómplices del silencio y la reproducción de violencia: “son problemas de pareja”, “no te metas”, “por algo no se va de la casa”. Se inculpa a la mujer de la violencia que padece en igualdad de condiciones que el varón, suponiendo que elige en términos genuinos la realidad en la que vive, y se suprimen las probabilidades de asistir a la víctima.

"Presunta inocencia"

                Asimismo, desdoblar el debate sobre la muerte de Mariana en “suicidio sí, suicidio no”, es privilegiar factores materiales e  inmediatos al hecho e ignorar variables analíticas contextuales; es investigar partiendo de que Mariana se quitó la vida voluntariamente y hace falta acreditarlo.

                Nombrarlo como un nuevo caso de violencia de género, y no como un simple suicidio, es político porque significa establecer una cadena de coautores del hecho que son agentes sociales y estatales negligentes e indiferentes. Es ir más allá de lo sucedido el día en que Mariana apareció muerta. Implica tener en cuenta no sólo las marcas en el cuerpo, sino las marcas subjetivas impresas por el miedo, los desprecios, los insultos, las humillaciones, la subordinación económica, moral y psicológica. Alrededor de 4.500.00 mujeres son víctimas en Argentina de la violencia de género, concebida como un golpe, pero también como todas las formas posibles de abuso e inferiorización que las mujeres soportamos por el hecho de ser mujeres. 



Actis, María Florencia.
Integrante del Observatorio de Medios con perspectiva de Género - Facultad de Periodismo y Comunicación Social.
Flor17_uni_@hotmail.com

sábado, 14 de abril de 2012

Masculinidad al volante, cómo los medios (no) la analizan


Desde la década del ‘60 los estudios de género irrumpieron en la academia con fuerza, en ese momento el sujeto estudiado fue la mujer, ya que esta se encontraba con los derechos más vulnerados. Más tarde, sobre los ’90, fue necesario empezar a estudiar al hombre, otro de los actores principales en el desigual escenario de las relaciones de género.
De esta forma, desde la academia (fundamentalmente anglosajona), con Raewyn Connell (antes Robert), Michael Kaufman,  Michel Kimmel y Élisabeth Badinter como abanderad@s, el sujeto varón/hombre se hizo presente en estos estudios. Así como se mostraba imprescindible deconstruir el sujeto mujer y la feminidad como esencia, lo era la deconstrucción del concepto de masculinidad como esencia del hombre. Los mitos de cómo debe ser un hombre de verdad, su ligazón con el mundo público, las contradicciones de poder, las características de la masculinidad hegemónica, la homofobia, etc, fueron sugiriendo que más que un concepto único e inalterable (masculinidad) el ser hombre estaba encarnado en diversas identidades (masculinidades).
Al mismo tiempo, se fue develando que dentro de la estructura patriarcal, habitaba otra (en realidad la misma, pero con otra lógica) estructura de poder que era opresora con los hombres que (por decisión propia o impuesta) no buscaban el “ideal masculino” o no encajaban dentro del estereotipo de “hombre de verdad”.
Las primeras publicaciones estudian en general las condiciones de producción de lo que se denomino masculinidad hegemónica (ese ideal de cómo debe ser un hombre); Badinter muestra cómo ese tipo de masculinidad se define en principio a través de cuestiones negativas, esto es, un hombre debe mostrar que no es un bebé, que no es una mujer, y que no es homosexual; Connell hace un muy buen análisis relacionando al hombre con el poder y las distintas relaciones que existen en este ejercicio; Kaufman, al igual que Connell, también se muestra interesado en cómo el hombre intenta mostrarse en control de todo lo que lo rodea (con las contradicciones que esto genera) y cómo la masculinidad hegemónica  ejerce la violencia contra las mujeres; por su parte, Kimmel estudia en profundidad la homofobia característica de este tipo de identidad. Partiendo de las teorías feministas, y enmarcados dentro de los Estudios de Género, se preguntan acerca de la particularidad de los hombres, sobre la configuración identitaria, en definitiva, sobre lo que significa ser hombre. Estas preguntas giran en torno a cómo se producen las masculinidades, más que tratar de explicar la condición heredada, entendiendo que las identidades (múltiples y multiformes) no llevan un sello de nacimiento, sino que a lo largo de la vida (a través de las diferentes socializaciones) se irán construyendo, y al mismo tiempo modificándose, aunque igualmente sobre una base, siendo una muy  importante la cuestión genérica.
Si bien los estudios sobre mujeres han arrojado mucha luz y permitido recortar la enorme desigual existente, hay todavía mucho por hacer si queremos una sociedad más justa, igualitaria y equitativa. Los estudios sobre los hombres y las masculinidades pueden ayudar a este objetivo, mostrando cómo esta estructura patriarcal no sólo es injusta con las mujeres y las personas trans (aunque son las que más la sufren) sino con los hombres mismos.
En este sentido, los estudios de género sirven para poder indagar en las diferentes problemáticas que nos atraviesan, y de esta forma podemos ver hacia donde estamos yendo como sociedad, y fundamentalmente, nos puede servir para saber hacia dónde podemos ir.
En relación a esto, los medios de comunicación no hacen eco de los diversos avances en las problemáticas de género; como caso ejemplificador sirve la figura de femicidio, que después de mucho tiempo se logró incorporar (en algunos casos, no todos) en la descripción de las noticias donde mujeres son asesinadas a manos de su pareja o ex-pareja. Entonces, a la hora de dar explicaciones sobre determinadas problemáticas, terminan aludiendo a razones de sentido común que terminan por entorpecer la búsqueda de soluciones.
En el caso específico de los accidentes automovilísticos mucho se dice, mucho se habla; poco se explica. Se aluden a “errores” humanos, exceso de alcohol y/o drogas, falta de descanso, etc. Estas razones  no terminan de dar cuenta del fenómeno. En estas, no entra en juego la cuestión de género (variable fundamental a la hora de analizar problemáticas) por lo que cualquier dictamen quedará incompleto. Claros ejemplos de esto son los casos de La Hiena Barrios, o el chico de 15 años que le robó el auto a la madre. [1]


Si nos ponemos a analizar detalladamente las estadísticas, veremos que la gran mayoría de los “accidentes” (utilizo las comillas porque es difícil considerar como accidente cuando una persona deliberadamente conduce por encima del límite permitido, o se adelanta en lugares donde no procede, o cuando pasa un semáforo en rojo) son causados por hombres, con lo cual habría que investigar el porqué esto sucede, cuáles son las causas que hacen que los hombres cometan más accidentes, poniendo en riesgo su vida y la de otr@s.
Los medios de comunicación entonces, si bien no crean o generan determinadas violencias, poseen un determinado poder de reproducción de los sentidos que producen, con lo cual son un espacio fundamental a la hora de generar discursos. Si pretendemos modificar determinadas tendencias en lo correspondiente a los accidentes automovilísticos, el accionar de los medios se hace imprescindible para generar o mantener determinados debates con perspectiva de género.
El estudio de las masculinidades debe tener como objetivo no sólo brindar información sobre las identidades masculinas, sino aportar datos que permitan generar políticas públicas.


Cristhian Balgane
Integrante del Observatorio de Medios con perspectiva de Género - Facultad de Periodismo y Comunicación Social

miércoles, 4 de abril de 2012

Mujeres quemadas

En la edición digital del diario La Nación, se publicó el martes 3 de abril una nota titulada “Mujeres marcadas con fuego: crece la cifra de hombres que queman a sus parejas”. El texto no fue incluido en la edición impresa del matutino, y en su página de internet lo rotularon de bajo el tag “Violencia de Género”.
El texto explica, en un principio, que el número de mujeres quemadas por sus novios o esposos aumentó desde que se conoció el caso de Wanda Teddei, que ocurrió en febrero de 2010 y que califican como “el más mediático”. Así, sostienen que sin contar las denuncias registradas en 2012, unas 43 mujeres fueron incineradas por sus parejas o ex parejas.
En el texto, las autoras Sol Amaya y Valeria Vera intentan explicar los femicidios de mujeres que son quemadas, a los que llaman “ritual”. “La modalidad se repite como si se tratara de un ritual que aumenta en lugar de extinguirse”, escriben.  Los rituales son acciones que tienen un valor simbólico. ¿Pero cuál es el valor simbólico que encierra quemar a una mujer?
Haciendo hincapié en la capacidad modeladora de la cultura de los medios de comunicación, las autoras afirman que “para algunos especialistas, esta suba en las estadísticas tiene una estrecha relación con la mediatización del tema”. 
Es decir, que se ubica en el centro el hecho de quemar a una mujer, y no se tienen en cuenta los sentidos sociales que todos los días se negocian en los medios de comunicación respecto de la mujer. En otras palabras: según este artículo, es la mediatización y la visibilización de los femicidios lo que hace que las cifras de mujeres quemadas aumente, y no la difusión constante de una imagen de la mujer objetificada y subordinada, que alimenta la idea de posesión e inferioridad.
Del mismo modo, las autoras del texto mencionan que parte de la solución al problema es la denuncia y la implementación de políticas públicas, como los refugios para mujeres maltratadas.
A través del aporte de cuatro profesionales se buscan respuestas: Ada Beatriz Rico, presidenta de La Casa del Encuentro; Adrián Besuschio, médico psiquiatra, psicoanalista y legista; Horacio Vonmaro, psquiatra; y Adriana Quattrone, terapeuta familiar.
De modo que todas las respuestas provienen del campo del psicoanálisis, dando explicaciones que contemplan la dimensión psicológica de quienes queman a mujeres, dejando de lado el aspecto sociocultural. Aunque sí se menciona el sentimiento de posesión del hombre hacia la mujer: “Bajo esa misma línea se mostró el psiquiatra Horacio Vonmaro, quien se refirió a la propiedad que el hombre siente tener sobre el cuerpo de la mujer; una creencia que lo lleva a disponer de él sin tapujos: "El uso del fuego y del alcohol tienen que ver con la concepción del cuerpo de la mujer como el cuerpo del pecado. Es un simbolismo muy fuerte. El castigo se expresa en quemar el cuerpo como expresión de todo: lo físico, la psiquis, el espíritu. Es una manera de ejercer el dominio absoluto sobre la mujer como una manifestación de posesión y apropiación"”.

lunes, 2 de abril de 2012

CONGRESO INTERNACIONAL DE COMUNICACIÓN, GENEROS Y SEXUALIDADES

Debates actuales en torno a la política, la teoría y la acción

14 y 15 de junio
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Universidad Nacional de La Plata


Este congreso está dedicado a la memoria de la activista trans Claudia Pía Baudracco (1970 – 2012)

Desde los años de plomo del neoliberalismo en América Latina se pretendió enterrar las gramáticas de la desigualdad (sus modos de organización, la producción de sentidos y la investigación) en una mera celebración de las diferencias bajo esquemas multiculturalistas acríticos. Así, la “puesta en escena” de múltiples subjetividades en el ámbito de la cultura, la sociedad y la política pretendió ser encorsetada bajo un modelo neoliberal de gestión, producción e investigación.

A la vez, los ataques a las propuestas de los movimientos de diversidad étnica, sexogenérica y social por parte de los neoconservadurismos de derecha y de izquierda se sostienen en los acuses de un aparente carácter formal,  fragmentador y en la supuesta carga crítica contra los valores tradicionales de la familia, la nación y el decoro-moralidad como norma individual de la convivencia en Occidente.

Los debates en torno a la visibilidad, la acción política y la producción de sentidos de los movimientos en el ámbito de la comunicación/cultura latinoamericano, hallaron unos cuestionamientos que cobraron fuerza al poner en crisis la importante tradición política en temas de diversidad que eran y son sostenidos por movimientos de mujeres, naciones indígenas, grupos afro, diversidad sexual, entre otros, cuyas iniciativas preceden a la mundialización de las políticas neoliberales que pretendieron apropiarse de esta agenda. De esta forma es que tuvo lugar el intento de desarraigar prácticas y saberes de movimientos locales e incluirlos en agendas de “seguridad humana”, “estado de derecho” y modelos de gestión de la cultura y sus conflictos bajo del modo del consenso.

Hoy, a 20 años de esos debates, nuestra Facultad pretende reflexionar sobre los géneros, la diversidad sexual e identidad de género y su expresión en el marco de los procesos regionales de producción y análisis cultural atendiendo a las industrias culturales, la participación política, los avances normativos y las políticas educativas en nuestro país y la región.

Objetivos
Reflexionar sobre la articulación entre política, industrias culturales, producción de sentidos y hegemonía en el escenario latinoamericano actual.
Analizar los alcances, las limitaciones y los desafíos de las políticas feministas y de géneros en el marco de los actuales procesos políticos en  América Latina.
Problematizar las políticas LGTB en el marco de la configuración de los nuevos paradigmas político de Estado participativo, articulación y democracia ampliada.

Grupos de trabajo
1. La política y lo político: debates sobre géneros, desafíos y avances normativos
2. Educar en diversidad
3. Diversidad de géneros e industrias culturales
4. Políticas públicas y violencia de género

Pautas para la presentación de ponencias
Fecha de Presentación de Abstract: 23 de abril
Fecha de Presentación de Ponencias: 21 de mayo
Consultas a 
IIIencuentrodegenero@perio.unlp.edu.ar

Los resúmenes deberán contener los siguientes datos:
- Nombre y apellido del autor/es (máximo cuatro integrantes)
- Correo electrónico de referencia
- Inscripción institucional (Facultad y Universidad)
- Mesa de trabajo elegida
- Título del trabajo
- Resumen (Caracteres: mínimo 1.000, máximo 2.000)
Los resúmenes deberán enviarse como archivo adjunto al correo 
IIIencuentrodegenero@perio.unlp.edu.ar y deberán ser nombrados con el número de mesa temática seguido del apellido del autor. Ejemplo: 02Gonzalez.