Por María Florencia Actis*
Esta noche, a las 21 hs, se llevará a cabo en el Teatro Bar
de calle 43 entre 7 y 8, el concurso de belleza de trascendencia internacional
Miss Latinoamérica Trans, promovida por la Asociación Civil OTrans La Plata,
constituyendo la primer convocatoria a nivel local.
Como es de público conocimiento, el popular certamen y el
título de Miss Universo, surge y perdura desde los años ’50, como la
manifestación sublime de la belleza femenina, personificada en una mujer. Jactándose
de evaluar la belleza integralmente, y no acotada al aspecto físico, este evento
fue y continúa siendo altamente cuestionado, sobre todo por organizaciones y
colectivos del feminismo, por reproducir cánones de belleza restrictivos,
productores de estereotipos y de múltiples discriminaciones. Ante todo, atribuye
el significado de lo bello exclusivamente a la mujer blanca portadora de una imagen
esbelta. A partir de un acuerdo firmado entre la Miss Universe Organization y la Alianza contra la Difamación de Gays
y Lesbianas de Estados Unidos, en 2012 se pusieron en discusión las bases
del concurso donde se establecía que las aspirantes debían ser nacidas
mujeres.
Más allá de la
necesidad de relativizar la idea de mujer, comprenderla como categoría contingente
y revisar los estatutos que configuran la “personalidad femenina”, también es importante
repensar por qué la femeneidad y sus características constitutivas son
patrimonio de la identidad “mujer”. El heterosexismo destina de manera
privativa sensibilidad, afectuosidad, elegancia, sexappeal, prolijidad para las
“nacidas” mujeres. El varón feminizado, las personas trans y las mujeres que
reniegan de los mandatos, se definan lesbianas o no, son concebidxs como
disidencias respecto del universal varón y mujer, relegadxs al estigma o la compasión
de la sociedad.
Otro punto
discutible está orientado a la reflexión que insta Néstor Perlongher en “La
desaparición de la homosexualidad”, en donde describe el adormecimiento de la
fiesta del apogeo que produjo la salida de la homosexualidad a la escena
pública, y su posterior normalización. Analogando, vale leer la inserción, no
sólo de los cuerpos trans sino de todos los cuerpos, dentro de los estándares femeninos que
proponen los concursos de belleza en clave de operaciones de violencia
simbólica, y los costos políticos que conlleva.
Por otro lado, OTrans
interpreta al concurso como un nuevo y estratégico escenario desde el cual disputar
lugares de reconocimiento y equidad de derechos para la comunidad lgtb. “El
certamen es la excusa para dar cuenta del sentido más político de las
diferentes realidades que atraviesa la comunidad trans latinoamericana, sin
eludir el carácter celebratorio por las conquistas logradas".
* Laboratorio de Comunicación y Género, FPyCS.
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