Si cerramos los ojos, hay una imagen que
domina la escena «humana» de las dictaduras: las Madres de Plaza de Mayo y
otras mujeres, Familiares, Abuelas, Viudas,
Comadres de detenidos-desaparecidos o de
presos políticos, reclamando y buscando a sus
hijos (en la imagen, casi siempre varones), a sus maridos o compañeros,
a sus nietos. Del otro lado, los militares, desplegando de lleno su
masculinidad. Hay una segunda imagen que aparece, específicamente para el caso
argentino: prisioneras mujeres jóvenes embarazadas, pariendo en condiciones de
detención clandestina, para luego desaparecer.
La imagen se acompaña con la incógnita
sobre el paradero de los chicos secuestrados, robados y/o entregados, a quienes
luego se les dará identidades falsas. De nuevo, del otro lado están los machos
militares.
El género en las memorias
Elizabeth
Jelin
La resistencia es
una mujer con un pañuelo blanco
*Por
Juliana Díaz Lozano, Laboratorio de Género y Comunicación
El
pasado domingo falleció Laura Bonaparte, Madre de Plaza de Mayo Línea
Fundadora. Era entrerriana, tenía 88 años y se definía como feminista. Fue una
de las primeras personas en denunciar a
las FF.AA. y, en su condición de comandante en Jefe, a la ex presidente Isabel
Martínez de Perón, bajo cuyo Gobierno, su hija Aída Leonora, fue
asesinada. Meses más tarde, ya luego del golpe del 24 de marzo de 1976,
desapareció el padre de sus hijos/as, el bioquímico Santiago Bruschtein, su otra hija Irene Mónica y su marido, Mario Ginzberg. El
último fue el menor de sus hijos, Víctor,
con su compañera, Jacinta Levi, sacados de su vivienda el 19 de mayo de
1977. En total siete familiares de Laura permanecen desaparecidos/as desde la
última dictadura.
A partir de estos sucesos, definió exiliarse en
México donde participó de comités de solidaridad y denuncia por lo que sucedía
en Argentina e impulsó una campaña internacional para que la desaparición
forzada de personas fuera considerada delito de lesa humanidad. Fue observadora
de Amnistía Internacional en Guatemala y El Salvador. Además viajó a El Líbano
para denunciar las masacres perpetradas por el ejército israelí y a Bosnia en
solidaridad con las mujeres musulmanas víctimas de la limpieza étnica realizada
por serbios y croatas.
Laura, como otras Madres, simboliza
el rol de las mujeres en la resistencia contra la dictadura en Argentina y en
Latinoamérica, la conciencia y la lucha que, partiendo muchas veces de lugares
tradicionales (madres, hijas, esposas, hermanas), los trascienden, ampliando,
desbordando estas definiciones hegemónicamente ligadas a la pasividad y al
cuidado.
Algunos
apuntes sobre su historia, nos muestran a una joven de 13 años alfabetizando a
mujeres detenidas en la prisión de Paraná. O más tarde, ya recibida de psicóloga, la vemos conformando
un espacio de asistencia en salud mental a mujeres de clases populares que se
atendían en el Hospital Evita de Lanús. En la década de los ´70 fue integrante de las Fuerzas
Armadas Peronistas. En su exilio en México participó de grupos feministas y de
coaliciones por el derecho al aborto. Ya de regreso en Argentina, participó de
diversas organizaciones, entre ellas un grupo de estudio feminista que
organizaba la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer (ATEM). Esta
actividad la compartía con su militancia en las Madres y dentro del movimiento
social. Esta temprana conciencia feminista, que hacía ver las desigualdades de
géneros relacionadas con las sociales en una lucha integral, vuelve a la figura
de Laura más entrañable, y hace patente que fueron estas mujeres las que
marcaron el camino de nuestros pasos y nuestras disputas de hoy. Le atribuyen
la frase: “No somos madres míticas, solamente mujeres desesperadas que llegamos
a la defensa de los derechos humanos por sufrir un dolor sin nombre”.
Así
como Laura Bonaparte, todas aquellas
mujeres que tomaron la escena pública durante y luego de las dictaduras en el
continente, rompieron poderosísimas fronteras: las del silencio y la represión
militar, poder masculino por antonomasia; pero también los límites que la
sociedad acordaba (y todavía acuerda) a las mujeres dentro de la domesticidad,
del ámbito privado. Surgieron a las calles desde el dolor y la esperanza para
que ahora podamos surgir nosotras, enarbolando un pañuelo blanco que es también
denuncia y bandera.
Para leer sobre
el tema:
.El género en
las memorias, Elizabeth Jelin. En: Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria,
Siglo Veintiuno editores, España 2001. Cap. 6. Disponible en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/JelinCap6.pdf
.Un recuerdo
para marcha. Nota periodística en el portal marcha.org.ar, disponible en: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/96-ddhh/3849-un-recuerdo-para-laura
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