martes, 2 de julio de 2013

Laura Bonaparte

Si cerramos los ojos, hay una imagen que domina la escena «humana» de las dictaduras: las Madres de Plaza de Mayo y otras mujeres, Familiares, Abuelas, Viudas,
Comadres de detenidos-desaparecidos o de presos políticos, reclamando y buscando a sus  hijos (en la imagen, casi siempre varones), a sus maridos o compañeros, a sus nietos. Del otro lado, los militares, desplegando de lleno su masculinidad. Hay una segunda imagen que aparece, específicamente para el caso argentino: prisioneras mujeres jóvenes embarazadas, pariendo en condiciones de detención clandestina, para luego desaparecer.
La imagen se acompaña con la incógnita sobre el paradero de los chicos secuestrados, robados y/o entregados, a quienes luego se les dará identidades falsas. De nuevo, del otro lado están los machos militares.

El género en las memorias

Elizabeth Jelin


La resistencia es una mujer con un pañuelo blanco


*Por Juliana Díaz Lozano, Laboratorio de Género y Comunicación



El pasado domingo falleció Laura Bonaparte, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Era entrerriana, tenía 88 años y se definía como feminista. Fue una de las primeras personas en denunciar a las FF.AA. y, en su condición de comandante en Jefe, a la ex presidente Isabel Martínez de Perón, bajo cuyo Gobierno, su hija Aída Leonora, fue asesinada. Meses más tarde, ya luego del golpe del 24 de marzo de 1976, desapareció el padre de sus hijos/as, el bioquímico Santiago Bruschtein, su otra hija Irene Mónica y su marido, Mario Ginzberg. El último fue el menor de sus hijos, Víctor, con su compañera, Jacinta Levi, sacados de su vivienda el 19 de mayo de 1977. En total siete familiares de Laura permanecen desaparecidos/as desde la última dictadura.
A partir de estos sucesos, definió exiliarse en México donde participó de comités de solidaridad y denuncia por lo que sucedía en Argentina e impulsó una campaña internacional para que la desaparición forzada de personas fuera considerada delito de lesa humanidad. Fue observadora de Amnistía Internacional en Guatemala y El Salvador. Además viajó a El Líbano para denunciar las masacres perpetradas por el ejército israelí y a Bosnia en solidaridad con las mujeres musulmanas víctimas de la limpieza étnica realizada por serbios y croatas.
Laura, como otras Madres, simboliza el rol de las mujeres en la resistencia contra la dictadura en Argentina y en Latinoamérica, la conciencia y la lucha que, partiendo muchas veces de lugares tradicionales (madres, hijas, esposas, hermanas), los trascienden, ampliando, desbordando estas definiciones hegemónicamente ligadas a la pasividad y al cuidado.
Algunos apuntes sobre su historia, nos muestran a una joven de 13 años alfabetizando a mujeres detenidas en la prisión de Paraná. O más tarde, ya recibida de psicóloga, la vemos conformando un espacio de asistencia en salud mental a mujeres de clases populares que se atendían en el Hospital Evita de Lanús. En la década de los ´70 fue integrante de las Fuerzas Armadas Peronistas. En su exilio en México participó de grupos feministas y de coaliciones por el derecho al aborto. Ya de regreso en Argentina, participó de diversas organizaciones, entre ellas un grupo de estudio feminista que organizaba la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer (ATEM). Esta actividad la compartía con su militancia en las Madres y dentro del movimiento social. Esta temprana conciencia feminista, que hacía ver las desigualdades de géneros relacionadas con las sociales en una lucha integral, vuelve a la figura de Laura más entrañable, y hace patente que fueron estas mujeres las que marcaron el camino de nuestros pasos y nuestras disputas de hoy. Le atribuyen la frase: “No somos madres míticas, solamente mujeres desesperadas que llegamos a la defensa de los derechos humanos por sufrir un dolor sin nombre”.
Así como Laura Bonaparte,  todas aquellas mujeres que tomaron la escena pública durante y luego de las dictaduras en el continente, rompieron poderosísimas fronteras: las del silencio y la represión militar, poder masculino por antonomasia; pero también los límites que la sociedad acordaba (y todavía acuerda) a las mujeres dentro de la domesticidad, del ámbito privado. Surgieron a las calles desde el dolor y la esperanza para que ahora podamos surgir nosotras, enarbolando un pañuelo blanco que es también denuncia y bandera.


Para leer sobre el tema:
.El género en las memorias, Elizabeth Jelin. En: Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Siglo Veintiuno editores, España 2001. Cap. 6. Disponible en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/JelinCap6.pdf
.Un recuerdo para marcha. Nota periodística en el portal marcha.org.ar, disponible en: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/96-ddhh/3849-un-recuerdo-para-laura


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