jueves, 13 de diciembre de 2012

Caso Marita: La justicia tucumana legalizó la trata de personas

*Por María Florencia Actis, Observatorio de Medios, Comunicación y Género. FPyCS. UNLP.


                Marita Verón lleva diez años desaparecida, y sólo trece personas iban a ser juzgadas el pasado martes. La oportunidad de devolver una fracción de justicia y esperanza  a la familia de la víctima se extinguió cuando los magistrados, Emilio Herrera Molina, Eduardo Romero Lascano y Alberto Piedrabuena, absolvieron por unanimidad a la totalidad de los/as implicados/as por falta de pruebas.
                A partir de ahora, la condena social y política no está puesta sólo en las mafias que operan en las regiones fronterizas del norte del país, principal foco de reclutamiento de niñas, niños y jóvenes para la trata de personas con fines de explotación sexual. El papel de la justicia en este caso despertó indignación y demostró el flagelo de la corrupción presente en estas esferas decisivas.  "Hay que destapar la mugre”, afirmó Susana Trimarco, madre de Marita, remitiéndose no sólo a la actuación de los jueces, sino también a  la policía  y a funcionarios provinciales y agregó, "que tengan cuidado los políticos: como los pone el pueblo, el pueblo los va a sacar".
                No obstante, la Justicia responde a otros criterios de selección. Es el único de los tres poderes que no está sometido a un control ciudadano directo. Sólo pueden ser juzgados mediante vías legales por sus mismos colegas.
                El juez Piedrabuena afirmó, con provocadora sinceridad, que la causa quedará impune "al no ser encontrada alguna persona que incriminar por el secuestro a María de los Ángeles".            Es de público conocimiento que la trata no funciona por acción de un grupo aislado; y que es insuficiente apuntar al procesamiento de un mero eslabón puntualizado, su secuestrador. Por el contrario, la trata se emplaza al crimen organizado, intimado con la ruta del narcotráfico. Opera en red y en diferentes niveles, injieren en los barrios y trasbordan mujeres a escala internacional, de acuerdo a la demanda. Las estrategias de captación se diversifican: no siempre es necesario un secuestro coaccionado, también aluden al engaño con promesas laborales en áreas de vulnerabilidad social. Las chicas son movilizadas periódicamente de un prostíbulo a otro, así transitan por diferentes ciudades, regiones e incluso países, padeciendo múltiples e interrelacionadas expresiones de violencia y tortura contra su integridad.
                De acuerdo a los datos aportados por la ONG “Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe”, más de cinco millones de personas han sido secuestradas/engañadas por estas redes criminales y anualmente unas 250.000 personas se convierten en nuevas víctimas en nuestro continente, negocio que retribuye una cifra estimada de 1.350 millones de dólares anuales.
                El fallo  en cuestión sienta un antecedente más de impunidad y abre paso al desenvolvimiento libre de las redes de tráfico, en tanto el negocio rinda para comprar a la justicia.

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