La Facultad de Periodismo y Comunicación Social, a través del Observatorio de Comunicación y Género y del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios, realiza acciones de seguimiento de medios gráficos que permiten profundizar en el modo en que el discurso informativo produce y reproduce significaciones sociales en torno a la mujer y lo femenino, desde una perspectiva que entiende al campo de las ciencias sociales vinculado a la intervención, como un modo de problematización que pueda y deba incidir en la agenda pública.
Al mirar desde género, observamos cómo aparecen narradas las mujeres y encontramos como variables emergentes del análisis de casos la articulación entre cuerpo, belleza, poder, salud y violencia.
En primer lugar, queda de manifiesto que la exigencia social y mediática de adaptarse a los modelos ideales corporales es mayor que la de los varones y se da una relación inapropiada entre belleza y salud, o lo que es lo mismo, traduciendo la belleza y la salud como dos términos equivalentes al éxito social.
En los niveles de la procreación y el del erotismo, el cuerpo de las mujeres es un cuerpo "para los otros" y, por ello, se considera que las mujeres son expropiadas de su sexualidad, de su subjetividad y desde luego de su cuerpo.
En el contexto publicitario, la salud del cuerpo es un bien de consumo que puede adquirirse, siempre y cuando las mujeres estén dispuestas a admitir como patológicas ciertas manifestaciones propias de la vida humana: el envejecimiento, los síntomas premenstruales, la menopausia, la obesidad etcétera, y puedan comprar una serie de remedios “pensados para mujeres”, produciéndose así un vínculo teórico perverso entre la feminidad y la enfermedad.
Violencia hacia la mujer: el paradigma de la estigmatización femenina en los medios
En el análisis de artículos de prensa sobre violencia hacia la mujer y femicidios, la mirada, lejos de estar dirigida a los procesos y a las relaciones de dominio que provocan las situaciones de violencia y que generalmente se invisibilizan, congela a las imágenes en un estado de victimización.
En el tratamiento mediático de los casos de violencia hacia la mujer aparecen relatos míticos tales como la persistencia de referencias a móviles pasionales, de locura pasajera que causa el amor para explicar las posibles causas de los asesinatos de mujeres; no se da cuenta del contexto, los procesos que desencadenan los actos de violencia y la misoginia estructural que habilita estas prácticas; se nota la recurrencia a la fórmula “confuso episodio” o “instancias poco claras”, se omite cualquier referencia para conocer las características de las situaciones donde las mujeres son sometidas a una situación de violencia; se evidencia la reticencia a acuñar el concepto femicidio o feminicidio en las crónicas periodísticas; la espectacularización de casos de femicidios presentados con elementos de la narrativa romántica, como una tragedia o como hecho sangriento.
Estas características responden a un contexto más amplio en el cual los medios masivos no se constituyen como actores para la circulación de noticias entendidas como bien social, y respondiendo al derecho a la información, sino como empresas que responden a sus intereses económico-políticos y no a los de las comunidades que integran.
A través de esta lógica mediática, hemos visto como una operación muy recurrente es la mirada reduccionista sobre problemáticas sociales generales –femicidio, violencia de género, violencias físicas y simbólicas hacia minorías, en general-, frente a la que se opta por el camino de espectacularización de la noticia, desde una concepción que la liga a una mercancía y no a un derecho colectivo.
En otros estudios hemos visto como los medios “prefieren” ocuparse de casos de violencia ligados a la idea de inseguridad entendida en el sentido tradicional –asaltos, robos, secuestros, incluso abusos o violaciones- entre desconocidos, que tratar los casos de violencia doméstica, cuya abrumadora mayoría son casos de violencia hacia la mujer –esposas, hijas, hijastras, nietas, hermanas, mayoritariamente mujeres jóvenes, en casos de violencia física, abuso, relaciones de sexo forzadas entre parejas y femicidios-. Pudimos verificar que, entre noticias publicadas en una misma fecha, y de gravedad similar, los casos de “inseguridad tradicional” se repiten en los días sucesivos en promedio 4,4 veces, mientras que los casos de violencia doméstica se repiten en los días sucesivos 1,7 veces en promedio, es decir, menos de la mitad.
Esto evidencia sincrónicamente dos factores, la intencionalidad de los medios por repetir con mayor intensidad los hechos violentos cuya respuesta esta normalmente asociada al trabajo de las agencias de control penal/social, en donde el vínculo con las políticas públicas y el Estado es más notorio, pero también la complejidad que implica el abordaje de problemáticas sociales como la violencia hacia las mujeres, que requiere necesariamente de una perspectiva de género que entienda a las sexualidades como construcciones sociales con diferentes modos de vivirlas.
Entendiendo al género en relación, en el marco de posibilidades y de lo que no debe ser, según las normas social e históricamente impuestas, nos proponemos pensar las sexualidades en tanto significante social, cultural y político y cómo estas aparecen representadas y narradas en los medios de comunicación masivos.
Aprovechamos la conmemoración del Día de la Mujer para resaltar importancia que tiene la formación de periodistas, comunicadores e investigadores con perspectiva de género, conociendo el poder de la palabra para construir el mundo, y la relevancia de las ciencias sociales para la intervención en las políticas públicas.
Centro de Extensión en Comunicación y Género
Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Universidad Nacional de La Plata