martes, 16 de abril de 2013

Perpetua para el femicida de Etcheto

 *María Florencia Actis
 
El Tribunal Oral en lo Criminal V de La Plata condenó esta mañana a prisión perpetua al femicida de Érica Etcheto, accediendo al pedido de la fiscal de la causa que promovía la carátula de “homicidio calificado por alevosía y ensañamiento”;considerando que el imputado actuó “sobre seguro y a traición”, e incluyendo la idea de “violencia de género” para nuclear los episodios persecutorios que la mujer sufría esporádicamente.

Érica Etcheto tenía 26 años, vivía en San Miguel del Monte y era madre de un hijo. Cuando fue brutalmente asesinada por su ex pareja y padre de la criatura, residía en su lugar de trabajo, un local de telefonía celular. Fue la mañana del 1ro de septiembre del 2008. De acuerdo a las pericias, el hombre la embistió por la espalda, le dio 35 puñaladas y arrastró el cuerpo hacia un cuarto posterior del comercio con el fin de ocultarlo Antes de perecer, la joven alcanzó a advertir el nombre del autor del hecho a algunas pocas personas, que luego atestiguaron en el juicio. La joven fue derivada de urgencia al hospital zonal; seguidamente al Hospital San Juan de Dios de La Plata, donde falleció días después.

Según relatos de allegados/as a la mujer, desde su separación con Walter César Quagliarello, había sufrido diversas modalidades de control y acoso por parte del hombre, expresión de un sentido de “dominio masculino, legítimo y natural”asumido sobre el cuerpo y la vida de la mujer.

Este no es el primer ejemplo en que una mujer es ultimada en un contexto y un hecho de estas características; surge el paralelismo inmediato con el llamado caso Tablado, ocurrido en 1996 en el partido bonaerense de Tigre en el que la mujer-víctima recibió 116 puñaladas en manos de su ex pareja.

La dimensión sociocultural, necesaria para comprender y explicar los femicidios, complejiza la categoría de emoción violenta, que emplean infaliblemente las defensas de los eventuales femicidas, y responde a la pregunta de qué es lo que empuja a una persona, sin referencias psicóticas, a concretar un crimen de tal envergadura y con tal saña.

Más allá de la sensación de justicia que restituye un fallo que resuelve la pena máxima para un femicida, el desafío en busca de una justicia plena en materia de equidad de géneros es aun mayor. Hace falta un trabajo de sensibilización social y prevención pública de la violencia de género, empezando por reconocer y denunciar aquellas conductas y discursos instalados culturalmente, reservados para el género masculino, que habilitan y toleran ampliamente todo tipo de abusos y mortificaciones contra las mujeres.

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