*Actis, María Florencia, Observatorio de Comunicación y
Género (FPyCS, UNLP)
No es novedad que en la estructura de géneros, las mujeres son utilizadas como
botín de guerra entre varones como código de venganza o deshonra sobre “el
enemigo”, de dominación territorial, moral, psicológica y patrimonial.
Desde los primeros poblamientos americanos, pasando por la Conquista
Europea, el espectro de conflictos bélicos, dictaduras y democracias actuales
que conviven con “narcoguerras”, los cuerpos femeninos han sido violados,
sometidos, torturados, traficados, mutilados, desaparecidos en pos de producir
y reproducir masculinidad. Rita Segato define a ésta última como un
status condicionado a su obtención – que debe ser reconfirmada con una cierta
regularidad a lo largo de la vida - mediante un proceso de probación o
conquista. El contenido de tal conquista es aleatorio y la mujer se iguala
a otros medios inertes que operan acreditando la consumación de su poder y
virilidad ante otros.
Esta semana resurgió en las portadas de los medios la noticia
sobre el caso Candela, la niña de once años asesinada en agosto del año pasado.
Su reincidencia se produjo a partir de un informe que elevó la Comisión
Especial del Senado para el seguimiento de la causa, guiada por el
vicegobernador Gabriel Mariotto, al gobernador Daniel Scioli, solicitando que
absuelva de sus cargos a la cúpula de la Bonaerense por complicidad en los
hechos, apuntalando que se trató de un “narcocrimen” donde muchos de sus miembros
jerárquicos se vieron involucrados.
A más de un año del asesinato, no hay un solo detenido por la causa; sólo
Leonardo Jara, quien fue tildado en su momento de “entregador” de la nena, y
continúa en prisión por presunto tráfico de estupefacientes. Además, hace
tiempo fueron anuladas todas las declaraciones indagatorias y cerrado el
expediente. El estado de situación, de silencio e impunidad, pone de manifiesto
la trama oscura de la Bonaerense, el narcotráfico y el poder político en que
está anegado el hecho, emergente como una forma de exhibicionismo más
del régimen patriarcal en el orden mafioso; donde la víctima
es un desecho del proceso, una pieza descartable[1].
[1] Rita Segato, SÉRIE
ANTROPOLOGIA: TERRITORIO, SOBERANÍA Y CRÍMENES DE SEGUNDO ESTADO: LA ESCRITURA
EN EL CUERPO DE LAS MUJERES ASESINADAS EN CIUDAD JUÀREZ.